Esta misma semana hablábamos de la percepción que de la pretendida recuperación económica se tiene en la calle. Se produce la paradoja de que los indicadores son positivos, de que se ha entrado en una senda de crecimiento, pero a pie de calle la realidad sigue siendo cruel. la prueba clara la tenemos en los datos del paro que publicamos hoy. En Terrassa se ha descendido de la barrera de los 18.000 parados. Globalmente, en Catalunya y en el Estado español se han dado las mejores cifras de un mayo en los últimos nueve años, pero del mismo modo hemos publicado hace pocos días datos sobre el importante volumen y la intensidad de la asistencia prestada por entidades como Cáritas o de El Rebost, que este fin de semana lleva a cabo su recogida de alimentos de antes del verano.
Una vez más debemos llamar la atención sobre la calidad del empleo creado y sobre los contratos a tiempo parcial y en general sobre el descenso de los salarios. No se trata de echar agua al vino, pero no se pueden vender como óptimas unas cifras que encierran todavía una realidad muy dura en un importante segmento de nuestros conciudadanos. No podemos olvidarnos de la emergencia social que ha venido para quedarse todavía mucho tiempo. Recordemos que hace una semana hablábamos de que los responsables de El Rebost decían que en este momento no es una garantía de autosuficiencia tener un empleo, que muchas familias que tienen que utilizar los servicios de El Rebost para alimentarse aun habiendo encontrado un trabajo recientemente.
Y si compleja es la vida para algunos aun teniendo trabajo, dramática lo es para la mayoría de los que no tienen empleo. En este sentido, para dar una pincelada de realismo a las buenas cifras del paro que facilitó ayer el Gobierno, vale la pena que destaquemos también el descenso que paulatinamente se está produciendo en la protección contra el desempleo.
En estos momentos, la tasa oficial de cobertura contra el paro está en el 52,8 por ciento de los parados (cifras del mes de abril). Tengamos en cuenta, para fijarnos en un referente, que en 2009 la cobertura alcanzó su máximo con un 80 por ciento. Esto quiere decir que muchos parados han agotado las posibilidades de recibir un subsidio, que éstos se han recortado y que en algunos casos, las condiciones par acceder a nuevas fórmulas se han endurecido. El optimismo ante las cifras hay que relativizarlo ante la realidad de la calle.