Terrassa

Acusado de intentar matar a su hermana con un palo

Se ofuscó, dijo. “Creo que me volví loco porque mi madre se moría”. Su madre moribunda estaba tendida en la cama de una habitación de Mútua. La hija de la paciente, hermana del acusado, dormitaba en una silla. Eran las cuatro de la madrugada del pasado 4 de junio. El acusado entró en la habitación. Portaba un palo, el mango de un martillo sin el hierro, y con el palo asestó a su hermana un golpe en la cabeza. Ella soltó un alarido. La cogió del cuello. Él dice que para conseguir que no gritara. El fiscal asegura que la agarró para asfixiarla. Y acusa al hombre, de 59 años, de intento de homicidio y pide una pena de ocho años de prisión.
La Audiencia Provincial ha señalado el juicio para el próximo lunes. El fiscal afirma que el encausado quiso acabar con la vida de su hermana cuando la golpeó con el palo, de unos treinta centímetros de longitud, y cuando después la asió del cuello con fuerza “para impedir que respirara”. No logró su objetivo, añade, porque unas enfermeras entraron en la habitación, alertadas por los gritos de la víctima. “Que me mata, que me quiere matar, socorro”, chillaba. Una sanitaria contó en su declaración que, nada más franquear la puerta, vio a un hombre estrangulando a una mujer. Las piernas de ella estaban levantadas. Él dijo, disimulando, algo sobre sus gafas.

La mujer sufrió una herida incisocontusa en el cráneo, a nivel occipital, que necesitó sutura y le dejó una cicatriz de cuatro centímetros por dos. ¿Actuó el inculpado con ánimo de matar? ¿Los hechos fueron constitutivos de un homicidio en grado de tentativa o de un delito de lesiones? Esas cuestiones, sobre todo, deberá dilucidar el tribunal de la sección tercera de la Audiencia que juzgará el caso y escuchará las declaraciones, entre otros, del acusado, la víctima, las tres enfermeras que entraron a toda prisa en la habitación y cuatro mossos.

La policía, que desplazó a varias unidades al hospital a las 4.30 de la madrugada, tras recibir una llamada de un supervisor de Mútua, tramitó en un principio los hechos como delito de asesinato en grado de tentativa. Llegaron los mossos al cuarto. La sangre se extendía por el suelo, donde había quedado el mango de martillo. Había más sangre en un cojín y en sábanas.

Encontraron allí al personal médico y a la víctima, nerviosa, diciendo que su hermano la había intentado matar, primero con un palo, luego ahogándola, mientras le espetaba que le había arruinado la vida. Según indicaron las diligencias, el atacante había huido al ver llegar a las enfermeras.

Una cámara de seguridad captó su salida del hospital, sin el bulto que portaba cuando subió a la planta 12, a la habitación donde la vida de su madre se extinguía. Los mossos lo detuvieron en Esplugues, donde viven su expareja y sus hijos, al día siguiente, el 5 de junio, a medianoche. Habían emitido una orden de busca y captura.

Un acto de rabia
El detenido no quiso declarar ante los mossos, ni cuando pasó a disposición judicial. Salió en libertad provisional, pues el fiscal sólo pidió como medida cautelar una orden de alejamiento. El auto judicial ya hablaba de un presunto delito de homicidio en grado de tentativa. Hasta la noche aciaga, el acusado habitaba en la casa materna con la hermana y el marido de ésta. La víctima declaró que su hermano, que vivía a expensas de ella y de su madre, que es conflictivo, estaba obsesionado con la herencia.

El hombre sí se prestó a declarar en septiembre. Reconoció el golpe con el palo, dijo que no sabía por qué lo hizo, acaso fue un acto de rabia; que creyó volverse loco al saber que su madre fallecía, que se vio desesperado porque sólo cobraba 400 euros y se los entregaba a sus hijos, que la relación sólo era mala con su cuñado.
La madre de víctima y victimario murió seis horas después de que su hijo golpease a su hija.

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