El sindicato Ustec-Stes, el de mayor peso en el sector docente en la pública, acaba de presentar un estudio sobre violencia y convivencia en los centros de especial impacto. Siete de cada diez maestros/ profesores (setenta por ciento) han sufrido alguna agresión en algún momento de su vida laboral y un 48,7 por ciento de ellos considera que ha sido grave (32,8 por ciento) o muy grave (15,9 por ciento).
La mayoría de estos actos son de tipo verbal (insultos, mofas y descalificaciones) más que físicas por lo que el sindicato tipifica estos ataques en los centros de “baja intensidad”. Otro dato significativo es que las agresiones verbales de mayor grado se dan en primaria y las de menor en la secundaria. Las de primaria proceden de la familias mientras que en las de la ESO provienen de los alumnos.
El sindicato alerta que “la segregación escolar” es uno de los principales factores que potencia estas actitudes violentas. En este sentido, Ustec-Stes explica que “los docentes encuestados sitúan el factor socioeconómico como correlativo y que este repercute en que las familias tengan dificultades para educar a sus hijos”.
En la búsqueda de soluciones, el sindicato critica la falta de apoyo de la administración pública que dice que “es nulo o casi nulo” frente al que recibe de las direcciones de los centros que califica de “muy bueno”, sobre todo el que muestran los compañeros de profesión. Es por ello que reclama a Ensenyament que active un protocolo con el propósito de que la administración de apoyo a la persona agredida desde el primer momento y que se persone cuando el caso sea considerado grave. Para Ramon Font, portavoz del sindicato, el estudio pone de relieve que “el problema de los ataques a los docentes existe aunque es de baja intensidad pero no por ello hay que bajar la guardia”.
Mejorar la convivencia
Font añade que esta situación es difícil de erradicar pero si puede mejorar si la administración dedica más recursos. “Es arriesgado decir que con más recursos se pueda eliminar la violencia verbal o física en las aulas -admite- pero si se pueden tomar medidas para mejorar el clima de convivencia como, por ejemplo, disminuir las ratios, democratizar más los centros y dar soporte a la persona agredida tal como lo hace la administración en otros colectivos como el médico y sanitario”. El estudio del sindicato ha llegado a direcciones y claustros de la pública pero estas se han manifestado muy prudentes.
Carles Lázaro y Emili Bars, representantes en la junta de directores de primaria y secundaria pública, respectivamente, coincidieron en que “el tema de agresiones contra docentes apenas se ha tratado en las reuniones del colectivo”, salvo, matizan, cuando se produjo el terrible asesinato de un profesor en el Institut Joan Fuster de Barcelona por parte de un alumno, un hecho que cumplirá un año, el 20 de abril.
Lázaro y Bars si admitieron que, como en todos los entornos, pueden darse actitudes que no son de recibo pero aseguraron que son hechos aislados. “En primaria -explicó Lázaro- se puede dar caso de alguna familia que sea desconsiderada pero en seguida se intenta reconducir”. Bars asintió: “En la ESO también se da alguna situación de algún alumno que grite, que sea mal educado pero, vaya, en seguida se habla con él”.
No influye la clase social
Los dos directores discrepan en la asociación que hace el documento de Ustec-Stes entre violencia verbal/ física y segregación escolar en entornos desfavorecidos. Lázaro y Bars coinciden en que esta correlación es atrevida. “Hay familias y alumnos con pocos recursos que nunca faltan al respeto mientras que hay otros de clase más favorecida que lo hacen. Las actitudes no deseadas no entienden de clases sociales”, manifestaron.