El promotor y empresario Pere Romaní i Recasens impulsó en 1916 un nuevo local destinado a espectáculos que fue edificado en los patios de las casas números 7,9 y 11 de la calle de Sant Pere, según relata el libro “El Cinema a Terrassa”, de Andreu Calaf, Dolors Font y Roser López. El diseño se encargó el arquitecto terrassense Melcior Vinyals y al local se le bautizó como Salón Cataluña. Francesc Duran i Ubach era el propietario del terreno, que ocupaba 450 metros cuadrados. El terreno era algo irregular y estaba situado entre medio de otros inmuebles.
La planta baja de la sala tenía 800 asientos, con dos lonjas proescénicas. En el primer piso se situaban catorce lonjas, con cabida para cien espectadores en la preferencia, y en una galería del segundo piso se acomodaban cincuenta asientos. En total se calcula que el salón daba cabida a 1.250 espectadores.
Tal como se relata en el mismo libro, la inauguración tuvo lugar el 28 de marzo de 1916, y en la fiesta intervino un sexteto que animó la proyección cinematográfica. Los ingresos de aquel día se destinaron a la Junta de Auxilios. A principios de los años 20, las entradas costaban 0’75 pesetas en platea, y 1 peseta en el anfiteatro.
El éxito de los cines de la época (el Catalunya compartió protagonismo en los primeros tiempos con el Retir, el Alegria y el Recreu) se demuestra por el hecho de que el Catalunya fue denunciado en 1921 por vender más localidades de la cuenta.
Las sesiones de cine por aquel entonces iban acompañadas de atracciones, variedades o varietés, que fueron siendo suprimidas gradualmente. Las proyecciones también incluían el pase de un cortometraje cómico previo. En el Catalunya además, el cine y las variedades se alternaron con un poco de teatro y zarzuela hasta 1928, cuando se cerró para ser reabierto unos años después.
Tal como se cita en el blog Records de Terrassa, durante los años 20 el cine tuvo diferentes amos, en concreto Claudio Carbonell, Domingo Armengol, Vicenç Salvatella, Joan Duran i Boada y la sociedad Astrea SA. Por fin, el 30 de diciembre de 1928 se hizo cargo del local Gaetano Galitizia Laterza, cuando ya se anticipaba la gran revolución el cine sonoro. Galitzia realizó importantes reformas, aunque en 1932 la empresa volvió de nuevo a manos de Joan Duran Boada.
Los convulsos años posteriores modificaron temporalmente el panorama cinematográfico en Terrassa. Durante la Guerra Civil, entre 1936 y 1939, todos los locales de espectáculo cinematográfico quedaron colectivizados
Nueva remodelación
Finalmente, el cine sería adquirido por Joan Porta i Puig (de la empresa Porta Espectáculos), en 1939, propietario asimismo de los cines Doré y Alegria. Cabe decir que en 1935 se había inaugurado otro local histórico de la ciudad, el cine La Rambla.
En manos de Joan Porta el cine Catalunya viviría una remodelación en 1943, inaugurándose la reforma el 14 de octubre de aquel mismo año.
Una nueva reforma tendría lugar en 1954, con la cual se le dio al cine un aspecto más moderno y confortable. Los encargados de la remodelación fueron el arquitecto Jan Baca y el decorador Joan Pericot.
Llegados a los años 60, la empresa Porta S.A. tuvo que echarse para atrás al no recuperarse de las inversiones realizadas en las diferentes salas que tenía en sus manos, pasando el cine a cargo de una empresa familiar, comandada por Frederic Gibert.
Gibert se ocupó del cine en el período comprendido entre los años 1964 y 1999, siendo al mismo tiempo el titular de las salas Alegria, Doré y Regina. Con el tiempo fueron desapareciendo cines emblemáticos como el Dorado, el Regina, el Imperial y el Recreo. En 1985 había ya solo tres salas de cine: el Principal, el Rambla y el Catalunya.
En ese contexto de remodelación del panorama de exhibición cinematográfica local, el Catalunya incorporó su sala 2 en los 90, y el Rambla se convirtió en un multicines, aunque acabaría cerrando en 2002.
La crisis se había iniciado años antes, coincidiendo con una crisis general y la fuerte competencia que significó el aterrizaje en la ciudad del macrocomplejo cinematográfico AMC 24 Sales, en Parc Vallès. Esto acabó afectando gravemente a los cines del centro, sin que el Catalunya fuera una excepción; la empresa decidió cerrar la sala y ofreció al Ayuntamiento la compra del edificio.
El propietario definitivo
El 23 de diciembre de 1999, el Ayuntamiento de Terrassa se hizo cargo de la programación del Catalunya, e inició en paralelo el proceso de adquisición del cine. La película con la que se inició la nueva etapa fue “Todo sobre mi madre”, de Pedro Almodóvar. La gestión pasó a cargo de la Societat Municipal de Comunicació.
Unos días más tarde, el 10 de enero, el Cinema Catalunya cerró unas semanas para ser objeto de unas pequeñas remodelaciones. En consecuencia, se abrió un acceso a la sala 2, rebautizada como Club Catalunya, en la calle de Tete Montoliu. El remodelado cine se inaugura el 16 de marzo del 2000, con la mítica “Casablanca” y “La teranyina”, de Antoni Verdaguer. La programación de la sala se instauró de jueves a domingo. El club se destinó para las proyecciones de cine de autor.
Un mes más tarde la sala pequeña se convirtió en la sede de las proyecciones de la Filmoteca, con lo que abriría también los martes, y también ese año se instaló una subtituladora electrónica.
En todos estos años, el cine ha acogido diversos certámenes de gran repercusión -como el Docs Barcelona, el Base Film festival o el Baumann VO (desaparecidos o trasladados con motivo de la recesión económica), y también ha mantenido ciclos estables o festivales esporádicos, como el ciclo “El Cinema i la mort”, actualmente en cartelera.
Recientemente se ha producido además otra de sus grandes revoluciones: la adaptación de su tecnología a la nueva era digital, lo que ha enriquecido su oferta.