¿Cuándo llegó a Terrassa?
Vine el verano del año 2006, con mi hijo de 11 años, para visitar a mi hermana y mis sobrinos que vivían aquí y me quedé. No era la intención pero…
Porque en aquel momento la situación de mi país era muy delicada.
Había poco trabajo y los sueldos eran muy bajos. Hablé con mi esposo por teléfono y decidimos emigrar a Terrassa. Así que el billete de vuelta lo canjeamos por uno de ida a nombre de mi marido. Él llegó aquí en octubre de ese mismo año.
Una vez en Terrassa, ¿cómo salieron adelante?
Los primeros meses nos alojamos en casa de mi hermana hasta que hallamos empleo y nos independizamos. Yo empecé a trabajar en el servicio doméstico y cuidado de personas mayores mientras que mi marido realizó tareas puntuales en la construcción hasta que al cabo de unos meses le salió un empleo de informático. En Bolivia hizo estos estudios y trabajaba ya en este sector.
¿Cómo recuerda el proceso de adaptación a un nuevo país?
Estamos contentos pero al principio fue algo duro -como todos los inmigrantes- pero hemos conseguido salir adelante. Yo convalidé mis estudios de bachillerato y hace siete años, cuando cumplí los 36 años, me matriculé en una doble titulación de FP en Informática en tres años en el Institut Nicolau Copèrnic. Me gradué con 38 años y desde entonces he ido realizando trabajos relacionados también con mi formación. Ahora estoy en una consultoría en Barcelona.
¿Estuvo a gusto en el instituto?
Sí, muy bien. Hay grandes profesionales y mucho compañerismo. Yo, además, me impliqué en un proyecto de equipo de diseño de una web para el servicio que desarrollan las ADF de voluntarios que fue premiado en los premios de emprendeduría del Ayuntamiento y Cecot.
A lo largo de estes tiempo que residen aquí, usted y su familia, ¿se han implicado con su entorno?
Desde el principio procuramos participar en todo aquello que fuera posible. Participamos en el Ampa de la Escola Roc Alabern donde nuestra hija, nacida en Terrassa, está cursando 3º de primaria. También me apunté a cursos de catalán en el Centre de Normalització Lingüística y de inglés en la Cecot. A un nivel más familiar si que, habitualmente, solemos salir con mi familia boliviana y gente de mi país.
¿Han viajado a su país?
Un par de veces porque el precio del billete es muy elevado por la lejanía que hay entre los dos países. Yo ya me hubiera quedado allí.
¿Por temas familiares?
Sí, cuando emigras, tienes sentimientos extraños. Vives en otro país, en otra cultura, y sientes añoranza de los tuyos y de tu ciudad. Yo tengo dos hermanas más. Todas vivíamos en Terrassa. Una de ellas ya ha regresado y yo la seguiré. Mi marido está de acuerdo y la niña también. Nuestro hijo mayor, de 20 años, que también cursa Informática en el Nicolau Copèrnic, es el que tiene más dudas.
¿Cuándo emigraron pensaron que era un viaje con billete de regreso?
En realidad, sí. Estamos contentos de este paréntesis de diez años en nuestra vida fuera de nuestro país pero en nuestra mente siempre habíamos contemplado esta opción. Ahora allí las cosas han mejorado y nuestros familiares nos animan a regresar. Nuestra idea es abrir un empresa de servicios informáticos. Pero lo más importante para nosotros es que estaremos en casa y con los nuestros. Nos hace sufrir el hecho de que nuestro hijo quiera quedarse en Terrassa. Esta situación es la que está viviendo una de mis hermanas. Ella regresó pero su hijo mayor se ha quedado aquí.