Llegaron cuando la ciudad ofrecía empleo, en pleno "boom" de la construcción que requería mano de obra barata. Algunas de estas mujeres, como Sanaa, de Marruecos, y Adama, de Senegal, viajaron hasta aquí por reagrupamiento familiar. Sandra, de Bolivia, en cambio, fue ella quién tomó la decisión de traspasar la frontera tras visitar a sus hermanas que ya vivían en Terrassa y habían hallado una oportunidad laboral para salir adelante. Los motivos de Lucia, de Eslovaquia, fueron algo distintos. Visitó la ciudad a raíz de un intercambio cultural y se enamoró. La aventura de estas mujeres inmigrantes coincide en el tiempo y ha transcurrido aquí en caminos paralelos pero con puntos de encuentro. Las cuatro se caracterizan por tener iniciativa, por aprender las lenguas de la tierra de acogida, por formarse y superarse profesionalmente. Todas ellas dicen estar cómodas en la nueva ciudad pero siguen echando en falta a los suyos y su país. Adama y Sandra adelantan que ya preparan sus maletas para el regreso a su lugar de origen.