Las redes sociales se han convertido en una fuente de entretenimiento, de información, de exposición pública, de debate y también de discusión. En ocasiones se hace difícil trazar la linea de lo políticamente correcto o lo socialmente convencional, porque los referentes cambian. Lo que puede ser excesivo a pie de calle puede convertirse en mojigato en las redes sociales. Al igual que la frontera entre el mal gusto o lo estéticamente corriente en un ámbito digital.
Los debates en twitter se sabe como empiezan, pero no se sabe cómo acaban ni cuándo ni con cuántos participantes. Algo así ocurrió el jueves entre el concejal Alfredo Vega y el líder de Terrassa en Comú, Xavier Matilla. El portavoz de la confluencia terrassense inició su intervención en el foro con un tono en principio positivo, aunque la cosa no acabó en una pequeña batalla dialéctica con Alfredo Vega, teniente de alcalde, que al igual que algunos de sus compañeros del equipo de gobierno no elude el debate en las redes. Matilla cuestionó el nombramiento de un técnico afín al partido, que en su día fue concejal del PSC como nuevo responsable de Habitatge Terrassa, aunque no tanto el perfil como el cargo y el sueldo. La cuestión está en si las redes sociales ayudan realmente al debate político o lo distorsionan; si enriquecen la discusión o pueden generar confusión. La limitación del número de caracteres, la atonalidad del lenguaje escrito y la deshinibición que acompaña al medio genera un discurso diferente, más suelto, más fluido y a veces más áspero. En todo caso, no hay otra que acostumbrarnos a ello.
Formación
Los datos son contumaces, la formación y el nivel de empleo están estrechamente relacionados. A mayor formación, menores niveles de desempleo y viceversa. El informe elaborado por el observatorio de empleo del Consell Comarcal así lo demuestra una vez más. Especialmente significativas cifras que relacionan la formación y la edad: el mayor número de desempleados, con un 34,7 del total, se concentra entre los mayores de 45 años con estudios primarios. Aunque es cierto que una formación elevada no garantiza hoy en día un puesto de trabajo, si es cierto que no tenerla lo dificulta.