Noche de gala en el Centre Cultural Terrassa para despedir el Festival de Jazz de Terrassa y para escuchar a una cantante que algunos están tentados a escoger como la mejor de nuestro siglo. Pero habrá que esperar, entre otras cosas porque aún queda siglo para rato.
Noche de gala gracias a la presencia de numeroso público, pero también de muchos invitados; un público heterogéneo quizá no tan caluroso como el de la Nova Jazz Cava pero sí consciente del privilegio de presenciar el concierto de una cantante que es más que probable que se convierta en inaccesible para las arcas del festival, no sólo por haber ganado el Grammy sino por la creciente demanda de su música (lo que seguramente hará crecer su caché considerablemente.)
Respaldada por un conjunto de músicos sobresalientes, entre los que destacaba la gran pianista canadiense Renee Rosnes (una figura del jazz mundial que no visitaba el festival desde 1989) Cécile McLorin Salvant ofreció uno de aquellos conciertos que consiguen saltar la barrera de las grandes expectativas con un repertorio muy asequible, sin excesivo riesgo, en el que dio cumplida cuenta de los elementos que configuran su propuesta.
Cécile McLorin Salvant no solo canta sino que interpreta sus canciones; los límites de su voz no son un obstáculo, ya que parecen no existir. Su tesitura vocal es muy amplia y puede situarse cómodamente en los tonos más graves sin aparente esfuerzo, recordando sin aspavientos a como solía cantar en ocasiones Ella Fitzgerald.
Mayor hondura
Otra cosa son sus canciones, historias a menudo atormentadas que ella expresa con su voz, interpretándolas, pero nos hubiera gustado que además de eso las sintiera con mayor hondura. A veces faltó algo más de corazón, algún pellizco interno, eso que la perfección no te puede dar y sí te aporta la experiencia vital (sin necesidad de llegar a la visceralidad de Billie Holiday o Elis Regina.)
De todos modos hablamos de una cantante muy joven, de preciosa voz, de infinidad de recursos y de gran musicalidad, a la que encontramos en un momento de exploración, rendida a los clásicos (del jazz y del teatro musical), y a la que nos gustará revisitar en sus momentos de expansión, cuando realmente encuentre el discurso propio y personal que la eleve como creadora y la consolide como estrella.
Mientras tanto, pudimos disfrutar de un concierto muy representativo de la artista, con un conjunto de estándares -muchos de ellos de Cole Porter- o de piezas propias, gracias a los que sobre todo asomó el talento natural de una artista que aún tiene mucho que decir.
Entre los temas que más agradaron al público y que mejor supo transmitir, estuvo el blues “Fine & Mellow”, de Billie Holiday. Sus músicos de acompañamiento la ayudaron a diseñar un concierto muy jazzero, con trepidantes espacios para los solos, aunque el gran instrumento protagonista fue su propia voz.
Los bises añadieron esplendor a su propuesta: se despidió con una versión de “You’re getting to be”, dando muestras de que es capaz de ir más allá cuando se lo propone; y cantando después a cappella y “a pelo”, con el auditorio en silencio, emulando sus tiempos como cantante de coro y como mostrando: de aquí es de donde vengo.
FICHA TÉCNICA
Cécile McLorin Salvant (voz), Renee Rosnes (piano), Rodney Whitaker (contrabajo) y Lewis Nash (batería). Sábado, 19 de marzo. Centre Cultural Terrassa.