Hoy se cumplen tres meses de la cita con las urnas del 20 de diciembre, que arrojó un panorama político cuyo horizonte no han podido despejar los partidos, pese a los múltiples contactos y negociaciones que han mantenido en este periodo.
La situación permanece bloqueada y los dos principales partidos, PP y PSOE, se culpan mutuamente de un bloqueo que para el PP se debe a la negativa de los socialistas de facilitar la investidura de Mariano Rajoy, mientras que Pedro Sánchez centra el problema en la necesidad de desalojar a los populares del Gobierno.
Con este fin, Sánchez busca ahora el apoyo o la abstención de Podemos y está pendiente de la reunión que mantendrá la próxima semana con el líder de la formación morada, Pablo Iglesias.
Los socialistas, que han mantenido reuniones con poco éxito con el PNV e IU, han insistido en los últimos días en que es preciso retomar el diálogo con Podemos para intentar conseguir un acuerdo y evitar nuevas elecciones generales.
Pedro Sánchez incluso pidió ayuda al primer ministro griego, Alexis Tsipras, para que intercediera ante Iglesias con el objetivo de que facilite la investidura.
El gesto de Sánchez de pedir la mediación de Tsipras fue acogido con cierto sarcasmo desde el entorno de Podemos.
Iglesias ya ha avanzado que en la reunión que mantendrá con Sánchez le pedirá que intente convencer a Ciudadanos de que se abstenga para permitir “un gobierno a la valenciana”.
El líder de Podemos ha afirmado que en ese encuentro propondrá un acuerdo “más serio y elaborado” que permita “avanzar” en materias sociales, reforma fiscal, vivienda y pensiones, a pesar de que se pongan de relieve “ciertas incompatibilidades”.
Tras la fallida investidura de Sánchez hace más de quince días, el PSOE y Ciudadanos reafirmaron que su pacto seguiría siendo la base para formar un gobierno de cambio y que a las negociaciones con otros partidos irían juntos.
No obstante, a la reunión con Iglesias está previsto que acuda Sánchez sin la compañía del líder de C’s, Albert Rivera.
PSOE y Podemos no han dado más detalles de cuándo podría ser esa reunión, aunque lo más probable es que sea la próxima semana, antes de las vacaciones de Semana Santa.
La gran incógnita sigue siendo qué hará la formación morada, que ve como principal escollo en una negociación con el PSOE el acuerdo de los socialistas con Ciudadanos.
Mientras, Iglesias ha propuesto a su secretario general en Aragón, Pablo Echenique, uno los nombres más respetados del partido, como nuevo secretario de Organización, en un gesto con el que busca zanjar la crisis suscitada con el cese de Sergio Pascual e inaugurar “un nuevo estilo” en Podemos.
El nombramiento de Echenique, que en su día encabezó uno de los sectores más críticos al equipo de Iglesias y que hoy es considerado por muchos en Podemos como una autoridad moral, puede lograr el consenso entre las distintas familias de la formación morada y frenar la crítica interna.
En el horizonte también está pendiente otra reunión, la de Pedro Sánchez y el presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy.
Rajoy ha decidido “dejar enfriar las cosas” antes de llamar al líder socialista porque éste no quiere dialogar con él, por lo que después de Semana Santa verá qué hace al respecto.
Ayer mismo el jefe del Ejecutivo en funciones volvió a insistir en una coalición entre PP y PSOE para formar gobierno -a la que podría sumarse Ciudadanos aunque sus votos “no son necesarios”, según recordó- y para ello señaló que su partido está dispuesto a hablar, pero a hablar “en serio”, y no seguir con el “espectáculo”.
Y por si había dudas de la intención del presidente del Gobierno, ayer desde Guadamur (Toledo) lo dejó claro: “Voy a seguir luchando por España, por los españoles, por el medio rural, por el sentido común y la razón. No me voy a rendir nunca”.
Mientras, estos tres meses que se han cumplido desde la celebración de las elecciones han provocado un conflicto entre el Gobierno y el Congreso de los Diputados.
El PSOE, Podemos y Ciudadanos ven inevitable acudir al Constitucional para que aclare si un Gobierno en funciones debe someterse al control parlamentario.
El Ejecutivo del PP insiste en que no puede hacerlo y acusa al presidente del Congreso, Patxi López, de secundar a los socialistas.