Tres meses acostándose con la derrota es demasiado tiempo como para que no aparezcan heridas en la piel de cualquier equipo. En la del Terrassa han sido tan profundas que han descosido por completo una idea y un proyecto, repuntado ahora con urgencia para evitar la catástrofe. Entre la victoria en el campo del Morell y la de este domingo ante el Figueres han trascurrido once jornadas (dos puntos de 33 posibles) y casi tres meses, período en el que han caído dos entrenadores, un alto número de jugadores de la plantilla original y se ha pasado de discutir si el equipo estaba preparado para optar a la promoción a observar aterrorizados el peligro del descenso a Primera Catalana. Esa travesía ha dejado tantas fracturas que es comprensible que un simple triunfo se celebrase casi como un título, en el campo y en la grada. Desacostumbrado a ganar en este negro período, el Terrassa jugó con el desfibrilador en la mano en una jornada clave que le ha permitido llenar los pulmones de aire con vistas al tramo final del campeonato.
nueva etapa
Añorado de Pirri e incómodo con Duque, este equipo se echó en brazos de Toni Rodríguez desde que el joven técnico egarense abrió la puerta del vestuario. Su discurso fue el que el futbolista quería escuchar y su modelo futbolístico el que reclamaba la plantilla. La complicidad mutua fue tan notoria desde el minuto 1 que la opinión de los jugadores resultó fundamental a la hora de resolver la persona que se iba a sentar en el banquillo hasta final de temporada. Trasladada esa sintonía al terreno de juego, el resultado es que el Terrassa estuvo a punto de sorprender la semana pasada al Vilafranca en su campo y que este domingo se reencontró con la victoria apelando a todos los argumentos emocionales que pueda recoger el diccionario futbolístico. Aunque irregular, discontinuo e inseguro, el conjunto egarense concedió detalles interesantes que le deben permitir recuperar las virtudes que ha ido perdiendo en el trayecto de la derrota.
El Terrassa de Toni Rodríguez tuvo bastantes similitudes conceptuales con el de Pirri. Se ordenó en forma similar, con un trivote en el centro del campo, e intentó apoderarse del balón el mayor tiempo posible, conocedor que sin el balón sus defectos se multiplican. En ese nuevo universo, el papel de Adri Gimeno recuperó protagonismo y el equipo se acomodó a partir de sus tres centrocampistas (Adri, Merchán y Boniquet), origen de cualquier acción constructiva. En cuanto a nombres propios, rescató a Manu Martín en la portería, ajustó a Víctor Merchán a la posición de interior y ubicó a Ángel en la banda izquierda del ataque. El propósito no era otro que protagonizar el partido, aún sabiendo que el Figueres es un equipo que discute la posesión del balón y que propone un fútbol desinhibido.
La puesta en escena del Terrassa resultó exuberante. Los futbolistas locales aparecieron sin complejos en el terreno de juego, deseosos de alumbrar una etapa más lúdica. Ganaron confianza con unas cuantas acciones combinadas jaleadas desde la grada e incluso pudieron haber marcado el primer gol en un saque de esquina que Jou remató por encima del travesaño (minuto 6) y en un disparo de Joan Grasa que salió cercano al poste del marco de Aleix. Pero el Terrassa mantiene déficits emocionales que le convierten en un equipo irregular, oscilante en su rendimiento, discontinuo en el esfuerzo. En cuanto perdió el control del partido tuvo alguna distracción defensiva y en una de ellas, en el minuto 26, Pedro estuvo a punto de adelantar al Figueres. El delantero visitante ganó una carrera al contragolpe a Borges y cuando la acción parecía destinada a acabar en gol, el pie de Manu Martín desvió lo suficiente el balón para que saliese unos centímetros desviado.
El gol de la esperanza
Con el empate en el marcador, el Terrassa fue asumiendo un discurso cada vez más emocional conforme pasaban los minutos. La segunda parte empezó con un buen remate de Adri desde fuera del área que Aleix repelió con los puños. Hasta que en el minuto 58 se produjo el único gol del partido, repleto de valor en todas sus vertientes. Boniquet lanzó un magnífico córner que parecía que iba directo a gol, pero en el camino apareció Borges para rematar de cabeza y anotar un tanto que iba a tener un peso decisivo.
Toni Rodríguez fue introduciendo variantes para dar oxígeno físico y psicológico a su equipo. Dio entrada primero a Óscar y después a Marc Burgos. Entretanto, el Figueres extremaba su propósito de obtener el tanto del empate en una acción de Serramitja y en otra de Moha. El Terrassa entró en una fase de pánico fruto de la desconfianza que genera tanto resultado negativo. Y le tocó sufrir. Como se corresponde al momento. Apretó los dientes a nivel defensivo, sudó esfuerzo y tuvo dos ocasiones al contragolpe para resolver el partido. Una con Óscar y Merchán como protagonistas, con remate del segundo que detuvo el portero visitante. Y otra con una dejada de Merchán a Güell que éste no pudo culminar ante la buena intervención de Aleix.
TERRASSA FC 1
UE FIGUERES 0
TERRASSA FC. Manu Martín, Chele, Javi González, Jou, Borges, Adri, Maldonado, Merchán, Grasa, Boniquet y Ángel. Óscar suplió a Ángel en el minuto 73; Burgos a Maldonado en el 76; y Güell a Grasa en el 87.
UE FIGUERES. Aleix, Varese, Masó, Sergi Romero, Cunill, Ferran Grau, Pedro, Roger Vidal, Adrià Casanova, Eric Vilanova y Serramitja. Moha suplió a Casanova en el minuto 60; Brugué a Vilanova en el 70; y Javi Revert a Serramitja en el 77.
Árbitro. Xavier Bertomeu García. Amonestó a Jou, Borges, Maldonado, Merchán, Grasa, Boniquet y Burgos, del Terrassa FC, y Ferran Grau, del Figueres..
Gol. 1-0, minuto 58, Borges.
Público. Unos 600 espectadores en el Camp Olímpic. La jornada era especial dado que el club abrió las puertas a las mujeres y regaló una invitación a cada socio.