Dio una tasa de alcoholemia cinco veces superior a la máxima permitida para la conducción. Lo llevaron unos agentes a la Jefatura de la Policía Municipal para que soplase en las pruebas de precisión, y allí, en las dependencias policiales, se orinó. El conductor, pues, empezó el día (era de madrugada, el sábado) con una imputación por un delito contra la seguridad del tráfico y con una denuncia administrativa por la micción en sitio inadecuado.
Unos guardias pararon el coche en la avenida del Bisbe Castelltort, en Ègara, pues lo vieron circular de forma errática, haciendo eses. Eran las 3.55 de la madrugada.
Pronto percibieron los síntomas de embriaguez alcohólica que mostraba el conductor, por lo que resolvieron instarle a soplar en el alcoholímetro allí mismo, donde habían interceptado su vehículo.
Sopló el hombre, y ese primer test ya dio unos resultados de órdago: 1,46 miligramos de alcohol por litro de aire espirado; casi seis veces la tasa máxima que la normativa permite. Debía efectuar las pruebas de precisión en dependencias policiales, y un coche patrulla lo trasladó a la Jefatura local para ese cometido.
Tuvo que soplar de nuevo, y las tasas fueron esa vez de 1,38 miligramos. La policía abrió al conductor diligencias penales por un delito contra la seguridad del tráfico. Y lo denunció por contravenir las ordenanzas: durante su estancia en la Jefatura orinó en el suelo del edificio policial.