El Terrassa vive en un estado de depresión incuestionable, acumulando resultados negativos, acercándose a la zona de descenso, preguntándose dónde estaría de no haber apostado por una ruptura tan traumática hace unas semanas, dividiéndose entre "buenos" y "malos", temeroso de tomar decisiones que puedan empeorar el catastrófico escenario actual, asustado ante el futuro inmediato, desgobernado ante la falta de una hoja de ruta definida. Pero, sobre todo, anda deprimido por la acumulación de resultados negativos que le han situado al borde de la zona de descenso, con la permanencia como única prioridad para un equipo que cambió de arriba abajo con la excusa de que no se podía aspirar a nada más que no fuese la promoción de ascenso. La Montañesa, un club ejemplar en muchas facetas, destapó otra vez las limitaciones de un Terrassa que no le aguanta medio asalto a nadie, un equipo asustado que aún no ha definido su personalidad y que suma ya ocho jornadas consecutivas sin ganar un partido de Liga.
El Terrassa entra en los partidos con una corrección notable. Lo hizo la semana pasada ante el Sant Andreu y en esta oportunidad repitió el guión. Mantiene el orden, el tono físico aguanta la exigencia de su nuevo vocabulario futbolístico y es capaz de visualizar el componente técnico de algunos de sus futbolistas. El domingo, esa aceptable puesta en escena le dio oportunidades suficientes para haberse adelantado en el marcador. Chele, con un remate al larguero en el minuto 8, y Marc Burgos, en un lanzamiento de falta que rechazó de forma espectacular Tato Burgada un minuto más tarde, dieron las primeras señales. Después, Joan Grasa en una excelente acción individual que no acabó de culminar, y Estrada, con un remate por encima del travesaño, volvieron a opositar al gol.
Pocas soluciones
Pero eso fue todo. Poco más de 25 minutos de fútbol de cierto interés. La Montañesa, con notables bajas, formó una defensa de cinco y dejó a Velillas como argumento ofensivo casi único. Y el delantero visitante casi estuvo a punto de marcar el gol de la temporada con un disparo desde el centro del campo que no encontró portería. El Terrassa cambió de nuevo bastantes cosas de su funcionamiento interno, aún indefinido en aspectos primordiales. Morales recuperó su plaza en la portería (todo apunta a que habrá rotación en esa demarcación), Marc Burgos suplió al sancionado Adri Gimeno, Jou regresó al centro de la defensa en detrimento de Javi González y Óscar ocupó el lugar de Maldonado. José Luis Duque dibujó un 4-2-3-1 ubicando a Boniquet en la banda derecha del ataque y a Joan Grasa en la media punta, pero el equipo decayó de un modo progresivo. Preso de la ansiedad, de la falta de recursos y sin un sentido colectivo definido, el Terrassa alcanzó el descanso muy justo de ideas. Y nada más empezar la segunda parte encajó el único tanto del encuentro, obra de Pere Segarra. El ex terrassista, que se ha significado desde la destitución de David Pirri como un crítico feroz contra la política deportiva del club, cabeceó al fondo del marco de Morales un lanzamiento de falta en el que la defensa egarense volvió a fallar en el marcaje, del mismo modo que lo ha hecho tantas veces esta temporada. Segarra no quiso celebrar el gol, pidió perdón a la grada y después, en las redes sociales, se lo dedicó a David Pirri y a su cuerpo técnico. Dos minutos más tarde, Aleix estuvo a punto de ampliar la diferencia pero Morales lo impidió con una excelente intervención.
Sin respuestas
La falta de respuesta del Terrassa a ese nuevo escenario fue inexistente. El equipo evidenció una capacidad de reacción nula, se desgastó en carreras sin sentido, no supo qué hacer con el balón en los pies y observó como la Montañesa se iba agigantando con el transcurso del partido, acomodada ante un rival cada vez más lento en el juego y dubitativo en la toma de decisiones. Duque intentó sacudir el fútbol de su equipo con la entrada de Ángel primero y de Cabaleiro después. Reorganizó el dibujo rescatando a Boniquet para el centro del campo, dándole a Óscar la zona de la media punta y a Grasa una banda. Pero estructuralmente el Terrassa fue un desastre. De forma progresiva fue perdiendo la organización y con ello cualquier opción a gobernar el partido desde la superioridad futbolística. Con los valores emocionales como argumento único, su bajo estado anímico le impidió agarrarse a la épica para mejorar el resultado.
Los egarenses tardaron casi veinte minutos en disparar a puerta por primera vez en este segundo período, incapaces de dibujar alguna alternativa a su atasco futbolístico. En los últimos minutos Duque arriesgó apostando por una defensa de tres, adelantando a Jou al centro del campo y dando entrada a Maldonado. Pero el guión estaba escrito. Boniquet probó fortuna en un lanzamiento de falta y después en un remate que rebotó en un defensa visitante tras una acción embarullada, fiel reflejo de la confusión del fútbol del Terrassa.
TERRASSA FC, 0
CF MONTAÑESA, 1
TERRASSA FC. Morales, Chele, Jou, Borges, Samper, Marc Burgos, Güell, Boniquet, Grasa, Óscar y Estrada. Ángel sustituyó a Güell en el minuto 62; Cabaleiro a Estrada en el 70; y Maldonado a Burgos en el 82.
CF MONTAÑESA. Tato Burgada, Santos, Dowi, Alberto García, Aleix, Segarra, Toni Pérez, Uri, Joel, Dani Sánchez y Velillas. Yeyo sustituyó a Àlex en el minuto 90.
Árbitro. Víctor García Verdura. Amonestó a Boniquet, Uri y Dani Sánchez.
Gol. 0-1, minuto 56, Segarra.
Público. Unos quinientos espectadores.