Esta semana se ha producido en Terrassa un hecho cuya peculiaridad no debe desviar la atención de la gravedad de los hechos que parecen haberlo provocado. Se trata de la manifestación que han llevado a cabo los profesores de un colegio público en la puerta del centro en protesta por lo que consideran falta de respeto y y presión a la que dicen verse sometidos por parte de un grupo de padres de alumnos. Ayer se produjo, asimismo, la concentración ante la escuela de otro grupo de padres en apoyo de los profesores para que se permita al equipo de docentes trabajar con absoluta tranquilidad.
No se conoce en profundidad el trasfondo del conflicto más allá de algunas críticas anónimas en un foro de redes sociales en contra de la dirección del centro y de su linea educativa. No obstante, al margen de lo que ha transcendido, la firme y contundente reacción del profesorado hace pensar que la situación debe haber sobrepasado con creces los límites del juicio de opinión bienintencionado. El asunto deja traslucir, por tanto, un conflicto de cierta envergadura cuya solución no puede encontrar otro camino que el diálogo y el ejercicio de responsabilidad de dejar que los profesionales lleven a cabo su labor formativa. Si hay padres que consideran que se están generando situaciones que merecen una oposición a la acción de la dirección del centro, hay mecanismos alejados de las redes sociales para conducir la queja adecuadamente y evitar a la comunidad educativa y especialmente a los niños el bochorno generado esta semana en la puerta del centro. Lo mismo se puede decir para canalizar la respuesta de los maestros
Se está produciendo un ejemplo típico de pérdida biunívoca de confianza y de la complicidad imprescindibles entre las familias y los centros educativos. Las redes sociales (esta semana ha surgido en otro ámbito la polémica al respecto), generan un estado de deshinibición proclive a traspasar la lineas que enmarcan las conductas convencionalmente adecuadas. Generar un conflicto de esa magnitud, máxime cuando se está a punto de iniciar la preinscripción, es irresponsable y puede llegar a estigmatizar el centro educativo con una imagen de conflicto con toda seguridad injustificada.
Si en un entorno educativo debemos asistir a episodios como los que se han producido esta semana en Terrassa es que hay algo que está fallando y seguramente empezamos a perder los referentes de diálogo, tolerancia, comunicación, convivencia y humildad que deben estar siempre presentes en todos los estamentos de la escuela.