El entrenador madrileño Miguel Vázquez (31 años) lleva un año y medio como máximo responsable de la natación del CN Terrassa y ha logrado ya uno de sus propósitos: cambiar la estructura y las dinámicas del equipo, sumando también los primeros resultados. En la Copa de España de Madrid hizo historia: los chicos fueron primeros y las chicas terceras.
Los resultados conseguidos en la pasada Copa de España de Madrid fueron históricos para el club. Imagino que también para usted.
Sí. Mi mejor resultado hasta ahora lo obtuve con el Moscardó, con el que fuimos segundos en chicas y terceros en chicos. Esto lo ha superado. Es verdad que faltaba el Sabadell, que es el equipo más potente de España, pero superamos las expectativas. Estoy muy satisfecho, tanto por los resultados como porque el proyecto que iniciamos el año pasado va tomando forma.
¿Qué le sorprendió más, el primer puesto de los chicos o el tercero de las chicas?
Sinceramente, el de las chicas. Sobre el papel, los chicos eran cuartos, pero en la primera jornada ya nos colocamos segundos y sabíamos que podíamos pelear por el oro. Pero entre las chicas, los rivales eran mucho más potentes. El equipo masculino es menos numeroso que el femenino, pero también más potente. Además de Albert Puig tenemos a Esnaider Rey, Carlos Arturo Maecha y Héctor Monteagudo. Defender el tercer puesto de las chicas era más difícil.
Tradicionalmente, en el club la natación femenina ha estado siempre por delante de la masculina.
Así es. Según he podido averiguar, la generación femenina ha sido mejor en la última década. Pero ahora tenemos también mucha calidad entre los chicos.
¿Atraviesa la natación del club por su mejor momento?
Los primeros equipos están en un momento excelente. Las escuelas y los grupos de formación están funcionando muy bien. Espero que esto sea el comienzo de todo. Seguro que tendrá continuidad.
Usted llegó al club hace dos años de la mano de Jordi Murio.
Sí. Me llamó para poner en marcha un proyecto a largo plazo. Quería crear algo así como un núcleo de investigación de la natación. El proyecto no acabó de fraguar y Murio salió de la entidad en febrero. A partir de entonces delegaron en mí la responsabilidad de la dirección técnica. Todas las inestabilidades existentes en el club me afectaron. Me tocó vivir un momento convulso.
¿Y cómo estaba la sección de natación que se encontró?
Era una sección con falta de metodología. Me da la sensación que desde hacía mucho tiempo. Tenía hándicaps de formación grandes, no por culpa de los entrenadores, sino de la dinámica y la falta de planificación a largo plazo. Eso sucede en muchos clubs y es muy difícil de detectar. Mi manera de trabajar pasa por asentar unas bases para acabar teniendo un equipo absoluto bien nutrido. Cuando llegué, había seis nadadores absolutos. Ahora somos 36, divididos en dos grupos. Necesitamos cantidad para poder hacer después clasificaciones por niveles. Como equipo aún nos falta mucho trabajo estructural, más que metodológico.
¿El ejemplo del waterpolo puede servir de espejo?
Exacto. El trabajo que están haciendo es sensacional. Para mí es el modelo a seguir. El primer equipo debe ser siempre un modelo para el resto de deportistas. La natación es un deporte desagradecido. Al final, en diez meses que entrenamos, los nadadores van a estar bien dos. Y en esos dos te puedes poner malo o puedes tener exámenes. Si no existe la motivación de estar en un primer equipo es complicado. En eso hemos mejorado mucho.
¿Las cosas están saliendo como usted esperaba?
Tenemos un primer equipo reducido pero sólido, muy heterogéneo en cuanto a experiencia. En la parte metodológica y de organización todavía nos queda mucho por hacer. Yo he presentado un proyecto de ocho años, que la junta directiva apoya, igual que lo hizo la anterior. Y espero que en cinco o seis años tengamos ya una estructura adecuada para poder trabajar bien.
¿En qué se basa la estructura que quiere implantar?
La prioridad es el deportista. No son ni los entrenadores, ni los padres. El nadador debe estar en el centro de la estructura. Todo se basa en la evaluación. Lo que no se evalúa se devalúa. Es necesario un seguimiento, que coordino yo mismo. El deporte no es una ciencia exacta. A veces quieres trabajar una parte concreta y no lo estás haciendo. La clave es formar a los técnicos y a los deportistas desde los 6 años. Independientemente de la edad, valoramos la destreza. Buscamos una natación para todos. Queremos transmitir valores para que todo el mundo pueda usar la natación como un estilo de vida. En la sección tiene cabida tanto el que quiere ir a unos Juegos Olímpicos como el que sólo quiere entrenar. La natación del club necesita un sello de identidad, igual que lo tiene el waterpolo. En Madrid siempre escuchaba hablar del waterpolo de Terrassa. Pero de la natación no se escuchaba nada. No estamos todavía al nivel. Pero estamos en ello.
Usted ha estado cuatro años en el equipo nacional. ¿Cómo está actualmente la natación española?
En comparación con otros países, la natación española es una natación de formación. A nivel europeo somos una potencia en las edades de los 12 a los 17 años. Todavía nos cuesta mucho dar el salto de calidad al nivel absoluto. Podemos encontrar muchos culpables, desde los sistemas educativos a la falta de ayudas económicas. En España sólo nosotros, el Sant Andreu, el Canoe y el Santa Olaya tenemos un equipo absoluto que entrene con un programa específico. El Sabadell, por ejemplo, no tiene equipo absoluto. En el último Campeonato de España absoluto de Gijón, sólo el 8% de los nadadores eran mayores de edad. El 80% se pierden al dar el salto a la universidad.
¿Y en el Club Natació Terrassa sucedía lo mismo?
Sí, a menor escala. No había una planificación a largo plazo. Por lo que sea, no se sabía donde se quería llegar. Y tampoco como lograrlo. Los programas de entrenamiento estaban muy influenciados por una falta de formación. En España pasa también eso. Construimos la casa por el tejado. Estamos trabajando para resolver esta anomalía. En España tenemos pocos deportistas capacitados para llevar a cabo una preparación olímpica como la que llevan a cabo en Francia, Hungría, Italia o Inglaterra. Por no hablar de Estados Unidos o Australia. Cogemos a la gente que tiene talento y adaptamos el programa a ellos. Debería ser al revés, como sucede en todos esos países.
Laura Roca comentó que ojalá en su mejor época hubiera tenido un entrenador como Miguel Vázquez.
Para mí es un orgullo que una deportista como ella, dos veces olímpica, diga eso. Laura es un ejemplo a seguir. Es madre, trabaja y sigue teniendo ánimo por entrenar y tirar del grupo. Seguimos un rigor evaluativo. Ella nunca había trabajado así y le ha llamado la atención. Yo trato al deportista como un individuo, no sólo como un nadador. Hay que trabajar la psicología y ser muy flexible. Si sólo entrenas como obligación para competir, estás abocado al fracaso.
¿Cómo se define su método?
Hacer partícipe al nadador del entrenamiento. Yo veo lo que ellos no ven, pero no siento lo que ellos sienten. Yo no tengo un palo, tengo una mano. Y cuando el nadador se lo esté jugando todo en el agua, no podré empujarle. Ahí estará sólo. Un entrenador te marca la pauta y te motiva. No debe ser un policía. Y aquí me he encontrado con entrenadores que han intentado hacer de padres o de policías durante mucho tiempo. Eso genera que el nadador llegue quemado a la categoría absoluta y dependa demasiado de su técnico. Nosotros estamos para aconsejarles.