Las cifras de movilidad que ofrecemos hoy dan una idea de la magnitud de los desplazamientos que se realizan cada día fuera de la ciudad. Estamos hablando de que más de 32 mil persones salen cada día de la ciudad hacia su puesto de trabajo. El desglose de la cifra también es reveladora: en torno al 70 por ciento de esos trabajadores utilizan el coche.
Las personas que deben salir a diario de Terrassa se encuentran con problemas en diversos sentidos. En primer lugar, muchos de ellos deben acceder a polígonos industriales cuyas comunicaciones con transporte público son francamente complicadas por lo que el coche se hace imprescindible. El problema se podría paliar si existiese entre nosotros una cultura de compartir vehículos. El carril VAO, el fracaso más estrepitoso en cuanto a infraestructuras que puede recordarse, si no incluimos las obras inacabadas, ha demostrado que el cambio de hábitos en ese y otros sentidos en nuestros desplazamientos es sumamente complicado.
Siguiendo con las infraestructuras viarias, los terrassenses estamos condicionados por un sistema asfixiante. La C-58 principal vía de acceso a Barcelona y a la mayoría de poblaciones de destino, no responde en absoluto a las necesidades de movilidad de la ciudad. La C-58 se colapsa en las horas punta y soporta un volumen de circulación muy importante a lo largo de todo el día.
No es necesario incidir en la injusticia que significa el peaje de Les Fonts y cómo grava los desplazamientos de los trabajadores. Esas 32 mil personas que se desplazan a diario desde Terrassa no lo hacen para esquiar.
La otra dificultad que tenemos los terrassenses es la que padecen muchos catalanes: los trenes de Renfe. Rodalies es un servicio que esta semana ha vuelto a poner de manifiesto que se hace necesario un entendimiento, que no llegará, entre la administración, todavía autonómica, y el gobierno central. Al igual que lo que ocurre con el peaje de Les Fonts, produce cierto hartazgo abundar en su mal funcionamiento.
Ferrocarrils funciona bien, vaya por delante, pero es insuficiente y el problema está en que parece ser, según ha reconocido el propio conseller Rull, que en la vía no caben más trenes. Se ha ampliado el recorrido hasta Can Roca en busca de nuevos usuarios y se ha generado una expectativa a la que empieza a ser difícil responder, porque los trenes en horas punta son imposibles.