Opinió

Responsabilidad

Los trabajadores de TMESA, todavía concesionaria del servicio de transporte urbano en Terrassa han emitido un comunicado en el que piden a los partidos con representación en el pleno municipal a un acuerdo rápido en torno a la compra de nuevos autobuses que pueda aprobarse en la sesión plenaria del mes de febrero. La renovación de la flota, como es evidente a poco que se frecuente el servicio y como lo demuestran los sucesos ocurrido en los últimos meses, es urgente.

Más allá de las cuestiones de tipo político que condicionan la toma decisiones, aspecto muy importante por la peculiaridad que la aritmética electoral imprime a la dinámica municipal, están los asuntos que trascienden lo político para convertirse en cuestiones de ciudad y estas exigen de la capacidad de los partidos para ponerse de acuerdo. Es por ello por lo que hemos apelado siempre al sentido de la responsabilidad de los representantes políticos, que en ningún momento se cuestiona. Seguro que hay un lugar de encuentro en el que conseguir la mayoría necesaria para algo tan trascendente como la renovación de los autobuses.

Otra cosa es el análisis político, la queja de unos por la falta, dicen, de lealtad y de responsabilidad de los otros y la queja de estos por la falta de cintura y predisposición al diálogo de los unos. En realidad el equipo de gobierno al margen de que se puedan quejar o no de la actitud de la oposición, deberían preguntarse cómo fue que se encontraron con una moción de esa enjundia rechazada; plantearse si cuestiones tan importantes se deben llevar al pleno sin la seguridad más absoluta de aprobación. En realidad, una votación tan importante como la renovación de la flota se debe llevar más trabajada. Un cambio de opinión, como ocurrió en este caso de ERC, dio al traste con la moción. La famosa emboscada del Visquem (los partidos de la oposición se pusieron de acuerdo para eliminar de los presupuestos la partida destinada a la publicación), que escocerá durante mucho tiempo, fue una advertencia que parece que no ha servido de escarmiento en el equipo de gobierno.

El mandato será largo y complicado y la dinámica de la negociación, obligatoriamente, deberá presidir el pleno hasta las próximas elecciones municipales. Es absolutamente lícita la postura de fuerza de la oposición como fiscalizadora de la acción de gobierno y propulsora de iniciativas, pero no una herramienta con la que únicamente marcar farolas.

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