Cuando habla el conseller Rull del retraso de cinco años de las obras del IV Cinturó, se refiere a la ejecución física de las mismas, pero no perdamos de vista que estamos hablando de una vía que aparecía en el Pla Director d’Infraestructures de la Generalitat del año 1993, una hoja de ruta que debía desarrollarse hasta el año 2007. Y todavía podríamos ir mucho más allá si tenemos en cuenta que la génesis del IV Cinturó podría encontrarse mediados los años 60 del pasado siglo cuando Barcelona buscaba espacio más allá de Collserola.
El extraordinario informe realizado por el Institut Cerdà y presentado ayer en la conselleria de Territori es la muestra palpable de que el retraso en la construcción del IV Cinturó puede considerarse una de las mayores agresiones al territorio que se hayan podido perpetrar desde la administración y en ese sentido, quizás, debemos ser honestos y asumir cada cual la parte de responsabilidad que nos corresponde cuando no era políticamente conveniente una oposición a los grupos ecologistas. Cuando todavía Jordi Pujol era una referencia en este país, repetía que el único político que le había acompañado en la defensa del IV Cinturó en los inicios fue Manuel Royes.
El informe del Institut Cerdà es demoledor. Probablemente puedan llevarse a cabo otros estudios que contradigan o que aporten otras cifras que puedan contrarrestar las que proporciona el documento presentado ayer, pero no cabe duda de que las tres comarcas e incluso el Penedés y el Maresme se están resintiendo hoy de la falta de esa infraestructura cuando se trata de un elemento imprescindible en el relanzamiento económico de la zona y especialmente de Terrassa. Si la acción de la administración debe estar encaminada a sentar las bases del desarrollo del tejido industrial y social, el IV Cinturó es un ejemplo claro, aún asumiendo su innegable y doloroso impacto ecológico. Aunque sólo fuese por la evidencia de los hechos consumados, el IV Cinturó debe acabarse. Lo hecho hasta ahora es más un perjuicio que lo contrario.
Hoy se reúne el conseller Rull con la ministra Pastor. Tiene ella fama de persona seria, responsable y rigurosa, pero ni su excelente relación personal con el conseller Vila, anterior titular de Territori, consiguió desencallar el IV Cinturó. Esperemos que Josep Rull sepa hacer ver a la señora Pastor que no se deben mezclar cuestiones a la hora de tomar decisiones con respecto a Catalunya.