Terrassa

“El camino escolar facilita que los niños vayan solos y a pie al colegio”

Luce Pau Avellaneda la sonrisa y la empatía de quienes trabajan y innovan en aspectos de nuestra vida aparentemente menudos, cotidianos, inadvertidos, pero cuya mejora puede producir auténticas revoluciones, pequeñas o grandes, en la realidad humana. Este geógrafo sabadellense, profesor de la UAB, lleva años asesorando a municipios, ampas y centros educativos interesados en implantar el camino escolar, entendido como “una iniciativa que pretende promover y facilitar que los niños y las niñas vayan a la escuela a pie y de forma autónoma”, afirma. “A partir de la experiencia que he ido acumulando, intento dar consejos a los interesados, porque es una campo muy desconocido y en el que no hay un modelo único.”

¿Qué lleva a un geógrafo a interesarse por la movilidad urbana?
Solemos pensar que la movilidad es cosa de los ingenieros de tráfico, es cierto. Pero los geógrafos estudiamos el territorio, y una de las cosas que suceden en el territorio son los desplazamientos. Éstos se producen en el espacio público, por lo tanto, en el territorio; y, pues, son sujeto de interés para los geógrafos

Y en su caso, ¿qué le hizo convertirse en experto en los desplazamiento de los niños a la escuela?
Buena pregunta. Me interesé por este ámbito porque la geografía pertenece a las ciencias sociales, esto es, que le interesan los seres humanos y todo aquello que les sucede, y uno de los ámbitos es este. Personalmente me he interesado mucho por los débiles, los vulnerables de cualquier tipo, y los niños, caminando por la ciudad, son elementos especialmente vulnerables.

¿Cuándo nació la idea de “camino escolar”?
El camino escolar lo inventaron los daneses en 1972. Surgió en realidades muy diferentes a la nuestra: ciudades anglosajonas muy extensas, en la que los chicos tenían largos recorridos para ir a la escuela, que normalmente hacían en coche. Lo que hacían era cambiar el coche por la bicicleta (a pie era menos habitual). Cuando la idea comienza a bajar, a Francia, Italia, al Estado español, donde tenemos ciudades más compactas, no es tan habitual coger el coche o la bicicleta para substituirla, y tiene más que ver con promover el desplazamiento a pie.

¿El camino escolar es solo una ruta por la que los niños van solos?
No. Esto es una visión bastante reduccionista. Un camino escolar es un proyecto que busca, en genérico, que los niños puedan ir solos y a pie a la escuela, pero para llegar aquí pueden haber múltiples fórmulas. En Granollers transformaron toda la ciudad. Peatonalizaron una parte considerable de ella, y pacificaron el resto, y la hicieron agradable, caminable, segura para todos. Es la mejor manera, también la más costosa. Otra son los “buses a pie”, que garantizan una ruta segura, y canalizan todos los chicos a través de ella. Entre estos aspectos pueden haber muchos otros.

Ir solos y a pie, ¿desde qué edad?
A partir de los 10 y 11 años, casi todos los niños deberían ir solos y a pie al colegio si lo tienen a unos trescientos (más allá de los quinientos es otra historia).Los niños querrían ir solos desde los 9 años, y son más responsables de lo que imaginamos. Cuando van solos, vigilan mucho, la gran mayoría. Pero los padres, claro, tenemos miedo, de dos tipos: a la inseguridad viaria (el tránsito) y a la inseguridad ciudadana. Cierta psicosis de que secuestren, violen o asesinen a nuestro hijo la tenemos todos (cuando prácticamente no hay casos), y ante ella, no nos atrevemos a dejarles ir solos. Los proyectos de camino escolar buscan vencer estos miedos.

¿Por donde se empieza?
Aquí, entre las primeras acciones deben estar las intervenciones urbanísticas: ampliaciones de aceras, pasos de peatones. A veces es solo pintar un paso y poner fitones en una acera para que no aparquen los coches, y pequeños detalles que hacen que la calle sea más segura. Pero un proyecto de camino escolar debería incluir aspectos educativos, de concienciación, visibilidad, socialización, de cambios de hábitos de las familias.

Una de sus propuestas es la colaboración de los comercios.
Necesitamos saber que alguien vela por el hijo que va solo y a pie a colegio, y pueden ser las tiendas. Se les pone un adhesivo de “botiga amiga” en la puerta, y el niño sabe que, si le ocurre algo, puede entrar en la tienda que la tiene, que allí será atendido. Esto se ha experimentado en el Poble Nou de Barcelona, y, en un año, solo hubo un caso: un niña que cayó y se hizo un poco de sangre. También, cuantas más criaturas vayan solas por la calle, más seguras estarán.

Otra posibilidad es la participación de personas jubiladas.
Tiene que ver con la acción que en algunas ciudades inglesas denominan de “control difuso”. Son unas personas en la calle, aparentemente ciudadanos normales y corrientes, que controlan que todo suceda con normalidad, digamos, y en el momento en que hay algún problema, “saltan”. No es la palabra, pero serían como “policías de paisano”, que den más seguridad a los padres. Estas personas podrían ser la gente mayor. En lugar de estar en una residencia, hacen una cosa útil, y ellos encantados de la vida. Hay lugares donde se les ha utilizado para el “bus a pie”, o para cortar el tránsito a la puerta de las escuelas.

El “bus a pie” sería una variante, para niños algo más pequeños.
Sí. Se trata de unas “paradas”, a partir de las cuales un padre se encarga de llevarlos a todos a la escuela. A veces son cinco padres, y cada día de la semana lo hace uno. En algunos lugares han contratado monitores. Eso sí, es imposible en algunas calles, y también en P3 o P4, porque muchos niños aún tienen tendencia a escaparse corriendo.

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