En menos de dos minutos daban el golpe, siempre con la misma firma delictiva: usaban una tapa de registro, una pieza de hierro, que arrancaban en la calle y con ella destrozaban los vidrios de sus objetivos, de los bares a asaltar. Así perpetraron varios allanamientos entre fines de septiembre y finales de octubre en Terrassa. Los investigadores de los Mossos d’Esquadra atribuyen al mismo grupo de delincuentes, cuando menos, cinco robos en un mes. De momento, según ha trascendido, la policía autonómica ha detenido a uno de los sospechosos, un tipo de origen albanés. Falta el resto.
El 27 de octubre pasado, agentes de paisano de la unidad de seguridad ciudadana patrullaban por el Centre cuando sorprendieron in fraganti a un tipo asaltando un bar ubicado en la Rambla d’Ègara. Los compinches, si es que los tenía aquella madrugada, escaparon, pero él fue detenido por los mossos como presunto autor de un delito de robo con fuerza, y su arresto resultó clave para la resolución de cuatro asaltos más.
A raíz de la detención, las indagaciones que los agentes de la unidad de investigación de la comisaría llevaban a cabo desde finales de septiembre recibieron un impulso determinante. Los mossos cotejaron los datos del arrestado con las pruebas que habían recogido después de los cuatro robos que antecedieron al cometido en la Rambla d’Ègara el 27 de octubre, y esclarecieron los cinco.
Oleada de asaltos
Los bares están siempre en el punto de mira de ladrones y la intensidad de las razias de los delincuentes especialistas va por barrios y por épocas, pero la oleada de asaltos perpetrada entre el lunes 28 de septiembre y el martes 27 de octubre venía marcada por lo llamativo del modus operandi de los ladrones. Era poco habitual que los cacos nocturnos utilizasen para golpear las lunas de los establecimientos las tapas de registro que ellos mismos extraían de las aceras, junto a semáforos o farolas.
Los malhechores eran tres, a tenor de las investigaciones. Uno se encargaba de vigilar el bar elegido, fingiendo pasear pero ojo avizor, mientras los otros dos ejecutaban el asalto con celeridad. Si había persiana, la levantaban a la fuerza y, una vez la habían alzado, agarraban la tapa férrea previamente arrancada de su sitio en el suelo, y la usaban de ariete para aporrear los vidrios. Cuando conseguían destrozarlos, se introducían en los locales por el boquete abierto en puertas o ventanas. Se presume que con la misma "herramienta", la tapa, violentaban las máquinas tragaperras para sustraer su recaudación, que es el objetivo final.
El tercero seguía en funciones de centinela, sin perder de vista las esquinas. Acabado el golpe, huían. Habían tardado dos minutos escasos en todo el proceso.
Los cinco robos con esa firma de hierro colado fueron perpetrados en el Centre y en Vallparadís. El lunes 28 de septiembre se cometió el allanamiento fundacional de esta oleada en un bar de la plaza de Anselm Clavé, junto a la esquina con la calle de Vinyals.
En esa esquina se hicieron los delincuentes con una tapa de hierro con la que reventaron un vidrio lateral del local luego de levantar la persiana, y con la que destrozaron dos máquinas tragaperras.
El 7 de octubre los maleantes irrumpieron en un establecimiento del paseo del Vint-i-dos de Juliol con idéntica forma de proceder. Se apoderaron de la recaudación de dos máquinas, de trescientos euros más sacados de un bote y de tres botellas de licor.
Estrépito de cristales
El 10 de octubre le tocó a un bar del paseo de Les Lletres. De madrugada, unos vecinos oyeron estrépito de cristales, pero pensaron que se debía a un camión de la basura que recogía los vidrios de un contenedor. Unos testigos vieron poco después los efectos de los destrozos, los cristales hechos trizas. La tragaperras, instalada apenas un par de semanas antes, estaba forzada. Había gotas de sangre en el suelo porque los ladrones se había lastimado al entrar.
Tesonera en el delito, la banda no se daba por vencida y hubo, como mínimo, un par de robos más. En el último unos mossos de paisano apresaron a uno de los autores. No era advenedizo; se trata de un albanés con nueve antecedentes por delitos contra el patrimonio, pero las investigaciones policiales no han concluido. Los mossos siguen buscando a los otros miembros del grupo de especialistas en asaltos a bares con tapas de hierro.