Hoy hace un año del vendaval que azotó el Vallès Occidental y especialmente Terrassa y sus alrededores. Una concurrencia de circunstancias meteorológicas hizo que se registrasen vientos de más de 120 kilómetros por hora. Será difícil olvidar aquel día, en primer lugar por el fallecimiento de dos personas, dos vidas jóvenes que se vieron truncadas por el dramático derrumbe del vallado de la vieja fábrica de la AEG. El hecho, no por desgraciadamente fortuito debe caer en saco roto. El mantenimiento de las vallas perimetrales de obras, casas y empresas debe ser adecuado. Es difícil pasar hoy por lo que fue AEG y no recordar el accidente. Hubo otros accidentes que pudieron ser igualmente graves, pero afortunadamente se quedaron únicamente en lesiones.
Luego está lo material. Desperfectos de todo tipo en domicilios particulares y caída de árboles y destrucción de mobiliario urbano. El parque de Sant Jordi, en el interior de la ciudad, resultó especialmente afectado, como la pineda de Vilardell, que hoy visita el alcalde junto a la presidenta de la Diputació de Barcelona, Mercè Conesa, para recordar precisamente el primer aniversario del vendaval. En los alrededores de la ciudad, el fenómeno significó, especialmente en la zona de Mosen Oms y Can Bonvilar, un cambio extraordinario en el paisaje, como ocurrió también en el entorno de los bosques de Can Deu en Sabadell y en el término municipal de Castellar del Vallès. Muchos años deberán pasar para que el entorno natural recupere la imagen del 8 de diciembre de 2014.
Ester Quintana
Una pelota de goma ha convertido a esta mujer en símbolo de lo que debe ser la posición de la sociedad civil ante el poder. No se trata de entrar a estas alturas en los detalles de lo sucedido; el debate está en que el poder es capaz de mentir y tergiversar e incluso de acusar a otros antes de investigar y asumir sus responsabilidades. El principio de "antes partido que doblado" que suelen hacer suyo las estructuras del poder político, se vuelve contra ellas cuando desde enfrente se aplica la misma consigna. Ester Quintana es el paradigma de la dignidad ante la indignidad del poder.