Más profesores gitanos en las aulas, más implicación de madres y padres e introducción en el currículo de cultura gitana. Estas son algunas de las conclusiones de la 17ª Trobada d’Estudiants Gitanes de Catalunya que se celebró el sábado en Terrassa por iniciativa de la asociación de mujeres gitanas Drom Kotar Mestipen en colaboración con la Escola Montserrat.
El encuentro, que tuvo lugar en dos espacios, en la AVV de Montserrat y en el centro educativo, participaron doscientas mujeres de toda Catalunya, un indicador inequívoco de que el tema despierta interés en palabras de Ana Contreras, presidenta de la entidad organizadora. "La comunidad gitana ha avanzado mucho y cada vez son más los jóvenes que estudian secundaria, que van a la universidad y especialmente las mujeres. Lo ideal es que estas niñas tengan referentes y, en este sentido, sería muy importante tener profesores gitanos en los centros", señaló,
Entre las asistentes a la jornada algunas mujeres terrassenses como Victoria Cortés, madre de dos niños en la Escola Montserrat. Para esta madre, la jornada era un revulsivo para concienciarse de la importancia de la formación. "Yo fui al colegio hasta los 12 años y ya está. No pude continuar porque tuve que ocuparme de mi familia, de mis hermanos, de la casa. Pero yo quiero que mis hijos, que ahora tienen 9 y 7 años, puedan llegar a la universidad. Y lucharé por ello como lo ha hecho mi hermana, Saray. que tiene estudios de Administración".
Referentes que en este congreso tomaron nombre, voz y rostro propio como Jelen Amador y Rosa Maria Kostic. La historia de estas dos jóvenes, como las de Saray Cortés y Ana Belén que también se sucedieron, fueron un ejemplo de lucha, constancia y superación. Jelen, licenciada en Derecho y profesora asociada de la Universitat de Girona y de inglés, rememoró cuando dijo en casa que quería estudiar Derecho. "Mis padres me decían que ya se me pasaría pero, al final, cuando llegó el momento me ayudaron en todo".
Puertas abiertas
Recordó también la angustia que sintió los primeros días de clase donde había gente muy diferente y no conocía a nadie pero todo cambió cuando hizo amigas y vio que aprobaba y sacaba buenas notas. "Me sorprendía de mi misma y creció mi orgullo como mujer, gitana y cristiana". Jelen subrayó que, tras esta etapa formativa, todo son ventajas. "Por eso se me saltan las lágrimas cuando mi sobrina me dice que también quiere ir a la universidad. ¡Juntas podemos!", exclamó.
Su historia es parecida a la Rosa Maria Kostic, licenciada en Danza y Educación y quien, desde Inglaterra, por videoconferencia, significó que en su caso al hecho de ser mujer y gitana se añadía el de emigrante (vivió primero en Chicago, en Estados Unidos) por lo que aún tuvo que emplearse más a fondo. No sólo ella sino también su madre quién trabajó duro para que Rosa Maria pudiera estudiar la secundaria y lograr después una beca para ir a la universidad. "Lo pasamos mal pero estudiar una carrera era el mejor regalo que le podía dar a mi madre que se había sacrificado tanto", manifestó para luego animar a al auditorio a luchar "porque nada es imposible", aseguró.