Cuando la enxaneta Emma Rodríguez llegó a la cima del 4 de 10, la Plaça Vella estalló en un alarido de alegría y nervios contenidos. Algo similar a lo que le debió ocurrir a ella, pues al hacer la alerta soltó un grito que mezclaba ilusión, emoción e incluso un punto de tranquilidad, de haberse quitado un peso de encima. Y al descargarse la construcción, estallaron las emociones entre los malva: risas, llantos y abrazos se repartieron entre los miembros de Minyons, orgullosos de haber conseguido una gesta que quedará marcada no solo en sus vidas, sino en las retinas de los ciudadanos que acudieron a ver su Diada.