Había sido aleccionado en lo esencial por su padre: no te hagas el héroe si sufres un atraco. Y no se le pasó por la cabeza optar por el riesgo de la heroicidad: el miércoles por la noche fue asaltado por dos tipos, uno de ellos navaja en mano, en el bar que regenta, en la avenida de Jaume I. Los delincuentes robaron unos cien euros.
El chico, de 20 años, no había hecho sino salir de la cocina e intercambiar mensajes con su novia cuando se dispuso a hacer caja, a contar el dinero junto a la registradora. La jornada tocaba a su fin, eran las 11.30 de la noche, y estaba solo en el local. Hasta el momento en que oyó algo detrás de él y vio a dos individuos. Ambos se tapaban las cabezas con capuchas, pero, al parecer, no portaban pasamontañas que ocultasen por completo sus rostros.
Pronto supo la víctima de las intenciones aviesas de los sujetos. Uno se quedó cerca de la barra, pero otro, que enarbolaba una navaja de unos quince centímetros de hoja, caminó unos metros y entró al otro lado de la barra. Pasó todo en un santiamén. Llegó el malhechor, posiblemente de origen magrebí, a donde estaba el chico y le mostró la navaja de cerca por si le quedaba alguna duda.
Con aplomo, sin nervios
“Dame el dinero”, le dijo, y el joven dio un paso atrás, sin hacer ademán de resistirse, y el atracador agarró el dinero, colocado al lado de la caja registradora, se lo embolsó y volvió a salir. Los delincuentes huyeron, no se sabe hacia dónde. Cuando la víctima se dirigió a la puerta, no vio rastro alguno de los asaltantes.
Un atracador vestía sudadera de color azul oscuro. El otro, chaqueta negra, como plastificada. Tenían unos 25 años y parecían duchos en materia delictiva, pues actuaron con aplomo, sin asomo de nervios. Minutos después del robo con intimidación varias dotaciones de los Mossos d’Esquadra fueron vistas en los aledaños del bar.
La unidad de investigación de la comisaría de Can Tusell se ha hecho cargo de las indagaciones para identificar a los delincuentes.