Algunos dicen que corrió el cava, entonces llamado champán, que muchos guardaban en la nevera porque el fallecimiento del dictador era inminente. Reinaba la esperanza, pero también cundía la incertidumbre. Trece terrassenses recuerdan dónde estaban, y qué hacían y sintieron, el 20 de noviembre de 1975, cuarenta años ha.
Manuel Royes, exalcalde de Terrassa
“Brindamos con cava en casa y en Amics de les Arts”
“Llevábamos días pendientes de la noticia y cuando llegó, fue un estallido de alegría y felicidad. Lo celebramos brindando con cava en Amics de les Arts, donde coincidíamos los militantes del Front Obrer de Catalunya (FOC), y también en casa. Tenía 35 años y no dudé de que con la muerte de Franco la dictadura había tocado a su fin, que caminábamos hacia la democracia y que tendríamos que arremangarnos. En aquel momento Terrassa era una ciudad apagada y con miedo. Había que cambiar aquello y yo ni sospechaba que me tocaría hacerlo desde la alcaldía”.
Agustí Daura, comité central del PSUC
“Me cogió en una curva de la carretera de Vallvidrera”
“Hacía días que teníamos cava en la nevera porque la muerte era inminente. A mí la noticia me cogió en una curva de la carretera de Vallvidrera, conduciendo de camino a Barcelona. La emisora de radio interrumpió la programación para dar el parte. El lugar me ha quedado gravado en la memoria, porque en esa zona celebrábamos reuniones clandestinas de CCOO. El sentir general fue de alegría, pero yo sentía frustración por que el dictador acabó muriendo en la cama. También porque no veía claro el futuro, por las disputas que mantenían socialistas y comunistas”.
Pedro García, experiodista de RNE
“Nadie sabía qué iba a pasar”
“Contaba 27 años y trabajaba en Radio Nacional. Recuerdo mejor los fusilamientos previos, poco antes, pero sí me viene a la memoria el Telediario de aquella jornada, y el vídeo con el mensaje de Arias Navarro. No he participado nunca en política, pero la sensación tras el fallecimiento de Francisco Franco pasó primero por pensar que ya se había acabado la pesadilla y luego, por la incertidumbre. Nadie sabía qué iba a pasar. Luego vino la bendición que supuso Adolfo Suárez, el gran arquitecto de la Transición junto con el rey Juan Carlos”.
Apolo Jiménez, líder vecinal y sindicalista
“Lo festejamos con cava en casa”
“Ese día no se olvida porque el franquismo fue muy duro. Recuerdo que me enteré de la muerte de Franco en la Plaça Vella donde estaba con mi amigo Manolo Linares y nos fuimos rápidamente para mi casa para celebrarlo con cava. Fue una gran alegría porque por fin se cerraba una etapa y se vislumbraba la democracia”. Yo entonces tenía 38 años y ya luchaba en diversos frentes, en el sindical en CCOO, en el político con el PSUC y en el vecinal, donde era presidente y confundador de la asociación de vecinos de La Maurina”.
Xavier Marcet, presidente de Lead to Change
“Las clases se suspendieron y fuimos a la Plaça Vella”
“Tenía 14 años. Cursaba octavo de EGB en la Escola Pia y me sentía influido por jóvenes seminaristas que expresaban sus posiciones democráticas. Las clases se suspendieron y fuimos a la Plaça Vella, donde había un ambiente extraño en el que se notaba el momento histórico. La Policía Armada evitaba la formación de grupos de individuos. Subimos a casa de Aureli Badia, hijo del abogado Joaquim Badia, y allí corrió el cava. Éramos adolescentes, pero teníamos conciencia de lo que pasaba en el país El fallecimiento de Franco aceleró mucho nuestra politización”.
Jordi Vera, Federació CDC Catalunya Nord
“Estaba en Perpinyà, pendiente de un consejo de guerra”
“Yo era miembro de la dirección del Front d’Alliberament de Catalunya y vivía exiliado en Perpinyà, donde trabajaba en una empresa de embalajes. Conocí la noticia al llegar a casa de mi suegro y la alegría fue inmensa, lo celebramos todos en familia. Aunque pensábamos que las cosas cambiarían, debo decir que tuvo que pasar casi un año y medio para que me amnistiaran y consiguiera tener de nuevo pasaporte. Estaba imputado y pendiente de un consejo de guerra. Como otros independentistas exiliados me vi obligado a hacer el servicio militar para conseguir la amnistía”.
Valentí Grau, director de la Nova Jazz Cava
“Lo celebré con una botella de cava en Amics de les Arts”
“Sé que lo viví con una gran satisfacción, aunque tengo que confesar que no recuerdo demasiado bien como fue. Lo único que sé con certeza es que me enteré por la televisión, supongo que por las noticias. Y que una vez lo supimos mis amigos y yo, lo fuimos a celebrar al local de Els Amics de les Arts con una botella de cava. Poca cosa más puedo decir. La verdad es que tengo mucho más presente el golpe de estado de aquel famoso 23-F. Esto me tuvo en vilo toda la noche y media mañana, hasta que al final dijeron por las noticias que todo había terminado”.
Narcís Serrat, alpinista
“Estaba concentrado con la selección en la Vall d’Aran”
“Cuando se murió Franco yo estaba concentrado con la selección de esquí de montaña en la Vall d’Aran. Recuerdo que al bajar de las pistas nos encontramos en las carreteras con muchos controles de la Guardia Civil, parecía que habíamos hecho alguna cosa. No entendíamos que pasaba y preguntamos. Fue el entrenador quien nos dijo que Franco había muerto. Por aquel entonces yo era muy joven, tenía unos 22 años, y aunque no recuerdo muy bien lo que me pasó por la cabeza, sé que pensé que de acuerdo, que estaba muerto, pues ya está. Esto es lo que sentí y lo que recuerdo”.
Arturo Travesa, exalcalde de Les Fonts
“Me supo mal porque también hizo cosas buenas”
“De la muerte de Franco me enteré en casa, por la televisión. Me supo mal. Porque Franco hizo cosas buenas y malas pero las malas se olvidan y las buenas quedan. En su época, yo entonces tenía 47 años, había empleo para todo el mundo, puso en marcha la Seguridad Social… Recuerdo que durante su etapa, yo siendo alcalde de Les Fonts, conseguimos más sillas para la antigua escuela con lo que pudimos acoger a los 80 niños que había. Hasta entonces, los niños tenían que hacer turnos porque sólo había cuarenta sillas”.
Josep Maria Farràs, músico de jazz
“Sentí alegría. Franco no me gustaba”
“No recuerdo con exactitud qué hacía el día que dieron la noticia de la muerte de Franco. Yo por aquel entonces tenía 33 años. Acababa de abrir una tienda de música, hacía poco tiempo que habíamos inaugurado la Jazz Cava en la calle de Sant Quirze y solíamos ir mucho a Amics de les Arts. Solo sé que Franco no me gustaba nada y que ponía muchos problemas para realizar conciertos de jazz. Su muerte me produjo alegría (creo que no lo celebré) porque se cerraba una etapa gris pero también incertidumbre por no saber qué iba a pasar”.
Enric Guàrdia, olímpico en waterpolo en 1972
“Vivimos aquello con normalidad, sin aspavientos”
“Me enteré por la radio, cuando conducía el coche. Tenía 23 años. La muerte de Franco se veía inminente desde hacía semanas, por lo que sorprendió a poca gente. Llegué a casa y lo comenté con mis padres. ‘Ya era hora’, escuché. Mi padre era republicano y luchó en la Guerra Civil con la llamada ‘quinta del biberón’, pero siempre tenía el freno de mano puesto cuando hablaba de política. Por eso no tuve influencia en mis convicciones. Vivimos aquella situación con normalidad, sin aspavientos. Después, tuve la impresión de que la Transición se hizo muy larga”.
Jordi Labòria, portavoz del Pacte pel Dret a Decidir
“Pensé que ya era hora. Franco nos había perjudicado mucho”
“Como tanta otra gente estuve pendiente de la noticia, y cuando se supo, lo celebré con mis amigos y mi familia, no me escondo. Pensé que ya era hora. Franco nos había perjudicado mucho, tanto como país como a mi familia personalmente, pues mi padre estuvo casi tres años encerrado en la Model. Havian sido muchos años de injusticia. Dos días después, creo que era sábado, hicimos una manifestación con unos amigos para protestar contra el encarcelamiento de un terrassense, y nos detuvieron. Vi la coronación de Juan Carlos I desde la comisaría”.
Emili Asín, director del RACC
“Pensé que se abría un nuevo horizonte, mucho más optimista”
“Recuerdo que me enteré por la mañana porque mi padre, que lo había escuchado por la radio, vino a contármelo. Políticamente lo cambiaba todo, porque abría un nuevo horizonte, mucho más optimista, sobre todo para mis padres, que habían dejado todas sus energías en la guerra y la posguerra. Se abría una nueva etapa desde el punto de vista democrático, y especialmente de libertad. Recuerdo también muy vivamente ver pasar por la calle coches con banderas rojas, que eran de los comunistas. Esta imagen se me ha quedado muy gravada en la memoria”.