Costó persuadir a los moradores de la casa de que debían salir de inmediato porque su estado era peligroso: podía desplomarse. Ocurrió el domingo. La pareja accedió, y el inmueble, en Sant Pere Nord, fue precintado. Los bomberos habían hallado tres vigas fracturadas.
Eran las 3.20 de la tarde cuando el 112 recibió una llamada del propietario de la casa, ubicada en la calle del Camí de Castellar, a pocos metros de la esquina con la avenida de Jaume I. Informaba de que el techo de la vivienda se estaba hundiendo. El 112 derivó el aviso a la Policía Municipal y a los bomberos. Llegaron varias dotaciones y confirmaron el hundimiento, que en primera instancia había afectado a un falso techo del comedor.
Mas parecía que la estructura estaba dañada. Bombers solicitó que un arquitecto municipal acudiese al inmueble para inspeccionarlo, y poco después el técnico se personó en la finca. Y en la inspección encontró tres vigas rotas.
La conclusión, a efectos preventivos: el riesgo de desplome del techo era grave. El dueño de la casa, de 54 años, expresó sus reticencias a abandonar el domicilio y pidió que los bomberos llevasen a cabo un apuntalamiento de las vigas a modo de medida provisional. Pero tanto Bombers como el arquitecto insistieron: era menester desalojar la casa. Los moradores fueron convencidos. Los bomberos, que acabaron precintando la puerta de entrada, permanecieron en el edificio hasta que los afectados recogieron pertenencias básicas y se marcharon. A las cinco de la tarde el domicilio ya había sido desalojado.