Opinió

Catalunya, Aragón y el “seny”

El interminable contencioso entre Aragón y Catalunya sobre los bienes de arte sacro de numerosas parroquias aragonesas está eternizándose después de haberse pronunciado todos los poderes eclesiásticos y jurídicos a favor de que sean devueltos a sus lugares de origen. Es una pena que, comentando el tema con ciudadanos de esta parte del Segre, sean mayoría los que entienden que esas obras hubiese sido de sentido común entregarlas a sus propietarios originales, incluso sin necesidad de pleitear y menos durante tantos años; mientras, todas las autoridades catalanas no sólo se han ido negando sistemáticamente a aceptar las sentencias sino que hace ya unos años tuvieron la brillante idea de catalogarlas como parte del patrimonio cultural catalán, argumentando ahora que forman parte de una colección indivisible.

En junio de este año fue el Tribunal Supremo el que se pronunció tajantemente, desestimando todos los recursos interpuestos por la Generalitat de Catalunya contra anteriores sentencias del Tribunal Superior de Justicia de Aragón; bien podrían las autoridades catalanas considerar este paso el último eslabón del largo litigio, ya que hicieron caso omiso de la sentencia pronunciada en abril de 2007 por el Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica de la Santa Sede.

La larga historia compartida por catalanes y aragoneses, las buenas relaciones (con muy escasas excepciones) entre los habitantes de las dos comunidades y, si me apuran, el buen cliente que para Catalunya es hoy Aragón, quien según noticias recientes compra más aquí que en Francia, no merecen ser enturbiados por un tema como éste, menos cuando en Catalunya, cuando tuvo algún problema como el de "los Papeles de Salamanca", se esgrimió como primer argumento la dignidad. Me parece ésa una palabra suficientemente seria para que un país con tanto "seny" la aplique sólo de forma unidireccional.

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