Quienes visitan la ciudad de Santiago de Cuba pueden encontrar en ella un patrimonio cultural diverso, relacionado con la historia, la naturaleza y la cultura. El mar es una parte esencial de esta urbe, ubicada alrededor de una bahía que cuenta con un extenso litoral. En el orden histórico, la Guerra Hispano-Cubano-Norteamericana tuvo en esta ciudad su principal escenario. Con la cruenta Batalla Naval del 3 de julio de 1898 y el hundimiento de la Flota que comandó el Almirante Pascual Cervera y Topete, terminaron los viajes navales que Cristóbal Colón había iniciado 400 años atrás. Los pecios de esa batalla se encuentran a lo largo del litoral santiaguero y conforman un enorme parque arqueológico sumergido. En él yacen, con diferentes grados de conservación, los restos de la que fue la Escuadra de Operaciones de las Antillas: los cruceros acorazados Cristóbal Colón, Vizcaya, Almirante Oquendo, los contratorpederos Furor y Plutón y el carbonero norteamericano Merrimac. De todos ellos, el último en resistir fue el acorazado Cristóbal Colón. Construido en Italia, fue todo un portento tecnológico para su época, pues alcanzaba los 21 nudos y constaba con una coraza de níquel. Pero en la catastrófica batalla de finales del XIX tuvo que combatir sin sus cañones principales -dos Amstrong de 254 mm -porque al declararse la guerra aún no los tenía instalados. Esta fue, sin lugar a dudas, su perdición.