España ha echado el freno a sus emisiones de deuda y ha captado en octubre apenas 14.500 millones de euros, con los que ha cubierto ya el 90,7 % de sus necesidades para 2015 en el que ha sido el mes con menor volumen adjudicado de todo el año.
El Tesoro se encamina a cerrar uno de sus mejores ejercicios en lo que a financiación se refiere, ya que a lo muy avanzadas que van sus necesidades de financiación, se suma la notable rebaja en los costes, que le han permitido emitir en distintos plazos con intereses negativos. Es decir, cobrando a los inversores.
Pero además, a mediados de mes el ministro de Economía, Luis de Guindos, anunció que la emisión neta del Tesoro en 2015 se reduce hasta 48.000 millones de euros, 7.000 millones menos de lo que se proyectó al inicio del ejercicio.
España ha jugado sus cartas con habilidad y ha conseguido financiarse este año con costes muy inferiores a los del precedente; en concreto, hasta septiembre el coste medio de la deuda del Estado a la emisión se situó en el 0,88 %, frente al 1,52 % de diciembre de 2014, lo que supone prácticamente reducir a la mitad los costes.
El Tesoro comenzó el año muy fuerte, y en enero, el mes con mayor volumen adjudicado, consiguió más de 28.000 millones de euros, entre otras cosas porque en un solo día captó 14.000 millones de euros -prácticamente lo mismo que en todo el mes de octubre-, mediante una puja ordinaria de letras con la que recaudó casi 5.000 millones y una emisión sindicada que le reportó 9.000 millones.
Durante todo el año el Tesoro ha manejado con prudencia las emisiones previstas y ha colocado alrededor de 20.000 millones de euros mensuales, pero el enorme interés despertado por la deuda española entre los inversores le ha permitido mantener las ratios de cobertura -proporción entre la demanda y el importe adjudicado- muy elevadas, de entre dos y tres veces.
Desde enero, España ha rebajado paulatinamente el interés de sus emisiones de deuda, hasta conseguir en abril, por primera vez, colocar letras a 3 meses con intereses negativos.
Posteriormente, en agosto, repitió el logro con las letras a seis meses, y en octubre lo amplió a las letras a nueves meses, en parte gracias a la decisión de la agencia Standard & Poor’s de elevar la calificación de la deuda soberana española.
Asimismo, en el mercado secundario de deuda, tanto las letras a un año como el bono español a dos años se han negociado por debajo de 0 %, aunque el Tesoro aún no ha cerrado ninguna puja a uno o dos años con intereses negativos, algo que no descartan los analistas.
De este modo, España se suma a la lista de países que cobran a los inversores, en la que figuran Austria, Bélgica, Dinamarca, Finlandia, Irlanda, Francia, Alemania, Italia y Holanda, aunque no todos en los plazos tan largos como España.
A este buen desempeño no ha sido ajeno el Banco Central Europeo (BCE), que puso finalmente en marcha un programa de compra de bonos que está dispuesto a prolongar más allá de lo previsto, y que ha ayudado a los países periféricos a recuperar, en mayor o menor medida según el caso, la confianza de los mercados.
También la mediática prima de riesgo, que es el diferencial entre el bono nacional a diez años y el alemán del mismo plazo, se estrechaba en España hasta caer por debajo de 100 puntos básicos, en tanto que la rentabilidad del bono de referencia marcaba en 2015 mínimos históricos en el 1,145 %, tras haber superado en lo más agudo de la crisis, en 2012, el 7,6 %.