Una banda de delincuentes asaltó ayer de madrugada una tienda de telefonía móvil en Sant Pere Nord. Los ladrones estrellaron un coche contra la puerta, entraron en el local y robaron móviles, y huyeron de forma presurosa, tras embestir un coche de la Policía Municipal. Pero volvieron otros: mientras la responsable de la tienda esperaba a unos metros la llegada de personal de seguridad, unos tipos aprovecharon la oportunidad y se introdujeron en el local para sustraer parte de lo que los primeros no habían sustraído. Y, rizando el rizo de lo surrealista, una hora después otros intentaron un tercer saqueo, sin consumarlo.
La retahíla de robos fue perpetrada en una tienda de Orange ubicada en la Rambla de Francesc Macià. Principió a las cuatro de la madrugada. A esa hora llegaron unos encapuchados en un coche que detuvieron junto al local. Querían empotrarlo contra la tienda, pero otros dos automóviles, del mismo modelo, dos Toyota, uno rojo y otro gris, obstaculizaban el paso. Estaban aparcados donde no interesaba a los ladrones. Y éstos hicieron lo mismo que hicieron otros (o quizás los mismos) semanas atrás en el asalto a un estanco en Sant Pere: con su coche golpearon los otros dos para desplazarlos lo suficiente como para encarar el suyo.
Expedito el camino, el conductor aceleró y estrelló el vehículo contra la cristalera. La luna cayó con estrépito, y también un expositor, pero, a tenor de los indicios, los delincuentes debieron completar el asalto a mano para abrirse un hueco más seguro. La policía encontró dentro del local, junto a la entrada, un bloque de hormigón, una suerte de bordillo. Una vez en el comercio, los asaltantes forzaron la puerta del almacén para hacerse con los aparatos de alta gama.
Los encapuchados (tres, según un testigo) iban pertrechados para el trasiego del botín: llevaban sacos, de los usados para escombros. Uno de ellos lo dejaron allí, mediado de móviles. Llegaba la policía.
Unidades de la Policía Municipal estuvieron a punto de atrapar a los cacos. Los agentes vieron a los asaltantes subir a un BMW, que embistió el coche patrulla y huyó avenida del Vallès abajo. Otro coche de la policía local quiso cortar su trayectoria, mas el vehículo de los delincuentes saltó una mediana para acceder a la C-58. A la persecución se sumaron efectivos de los mossos y de la policía de Sabadell, pero los ladrones escaparon.
En el local se presentaron unos mossos y la responsable de la tienda. Efectuadas las primeras actuaciones, los agentes se marcharon, y la responsable permaneció allí, a pocos metros, a la espera de que arribase personal de seguridad privada. Una dotación municipal se dirigía al comercio para custodiarlo. Quién iba a decir a la mujer que sería testigo de un segundo robo.
Aprovechando la coyuntura
Faltaban unos minutos para las seis. La mujer vio pasar por la acera a unos jóvenes. Los tipos observaron los destrozos, se miraron, y resolvieron entrar en el local ya asaltado, aprovechando la coyuntura. De nada sirvieron los toques de claxon con que la testigo intentó disuadirlos. Corrió ella hacia una parada de taxis cercana.
Los policías llegaron, pero los cacos (al parecer, dos) ya se habían largado, con móviles que los primeros no habían logrado sustraer. Para más inri, a eso de las siete, dos sujetos hicieron ademán de entrar en el establecimiento. La mujer, que seguía de guardia, no pudo más y, envalentonada por el hartazgo y por la presencia de más personas en la calle, les llamó la atención, y motivó que depusiesen sus intenciones aviesas.