Primero se debían arrancar, luego cortar, luego de nuevo arrancar y otra vez nos dijeron que era mejor cortar. Pero ¿qué es mejor para las setas? Según “Pintoret”, cuando uno va al bosque a recoger setas lo mejor que puede hacer es arrancarlas, ya sea escarbando con los dedos o haciendo palanca con el cuchillo (llegando a recoger toda la seta). Así, se consigue proteger el micelio, que es la parte vegetativa del hongo cuya función es absorber los compuestos del suelo para la alimentación y, sobre todo, la que va produciendo setas para su reproducción. Si se corta, la cepa queda en el suelo y puede coger algún virus, con lo que no solo se dañará éste hongo sino que enfermará todo el grupo (unos 30 o 40). Esta zona ya no volverá a germinar, y poco a poco se irá quedando sin setas. Uno de los más reconocidos expertos en micología, Enric García -al que algunos quizá conozcan por el famoso programa Caçadors de Bolets- ha rectificado y ahora se suma a los “boletaires de campo” como los anomena “Pintoret”, que afirman que es mejor arrancar.
Falsos mitos
Las setas son hongos esporádicos y, en ocasiones, imprevisibles, que han inspirado ciertos mitos que han pasado de generación en generaicón pero muchos de los cuales son falsos. Así, no es cierto que todas las setas venenosas tienen colores llamativos. De hecho, la seta más tóxica que tenemos, la amanita phalloides o farinot, tiene un aspecto muy parecido a una seta comestible. Tampoco se debe hacer caso a la ancestral prueba del ajo o de la cuchara de plata. Esta consiste en poner un ajo, una patata o una cuchara de plata en el cesto y, si se vuelven negros, es que los hongos son tóxicos. Finalmente, hay quien cree que las setas comestibles son por lo general faciles de distinguir, pero la realidad es que no hay reglas para diferenciar con seguridad las tóxicas de las comestibles. Por eso se recomienda consumir solo las que se identifiquen claramente.