El pasado 15 de junio fallecía, a los 96 años de edad, Salvador Alavedra Invers, uno de los más importantes activistas que la cultura terrassense tuvo en el siglo XX; también artista, escritor, melómano, mecenas, numismático, investigador arqueológico. Tan solo tres días antes había finalizado, en el Centre Cultural Terrassa, la exposición “El dibuix i la música”, que presentó las obras que realizaba cuando asistía a conciertos, y que significó cierto (re) descubrimiento de su figura.
Ahora, Amics de les Arts, entidad que Alavedra había presidido entre 1970 y 1972, y de la que era su socio más antiguo, presenta una exposición de dibujos realizados entre 1934 y 1977. La inauguración, esta tarde a las 7.30, está precedida, una hora antes, por una conferencia de Ana Fernández sobre la labor de Alavedra como dibujante.
Una primera parte
“Así como la anterior del Centre Cultural era específica de una temática, en esta ocasión se muestra su trabajo con el dibujo -una de sus especialidades- en general”, señala su hijo, Ricardo Alavedra, comisario de la exposición. La limitación temporal viene dada la gran cantidad de obra que produjo. “No podía pretender mostrarla toda en una sola exposición. Tenía que cerrar en una fecha, y opté por 1977, como momento de normalización de la vida social y política. Él siguió dibujando, y a partir de la década de los ochenta, en que se jubiló, su producción es mucho mayor. Esta exposición es una primera parte. En una próximo entraremos en otros capítulos de su obra.”
Es una selección de setenta dibujos, ordenados cronológicamente, por décadas. Comienza poco después de 1930, al poco de hacerse socio de Amics de les Arts, y alumno de la Escola d’Arts i Oficis, donde tuvo como maestro al pintor Tomàs Viver. En estas piezas primerizas, “vemos ya la figura, que será el lenguaje representativo hecho servir permanentemente a lo largo de toda la vida”, señala Ramon Casanelles, estudioso de su obra.
Alavedra hizo la “mili” en la década de los cuarenta, y muchos de los dibujos de esa época reflejan esa experiencia, a la vez que “la realidad conocida y lejana de Terrassa”.
Los años cincuenta fueron de producción escasa, pero diversa, con “diferentes maneras de matizar las sombras y marcar los volúmenes de los cuerpos”. En conexión con los nuevos aires que soplaban en la década de los sesenta, Alavedra comienza en esos años a trabajar un nuevo lenguaje y a experimentar con otras técnicas. Para Casanelles, es “la implosión de la expresividad personal: formatos más grandes, los rotuladores, los colores, los pasteles, tanto en la labor de estudio como en el retrato que regresa ensayado y que abre un diálogo, una interlocución”.
Finalmente, en los años setenta, Alavedra se sirve de “técnicas más libres, trazo único, preciso y mínimo. Mirando este período, al lado de lo que ‘feinejava’ Salvador treinta años antes, y como primera conclusión, se nos hace fácil pensar, no solamente en una determinada y personal evolución del dibujo. Nos descubre acertadamente también, aspectos singulares de su condición personal y humana”.
LOS DATOS
CICLO “SALVADOR ALAVEDRA. UNA VIDA AL SERVEI DE LES ARTS I LA CULTURA
►“Sentit i sentir el dibuix.” Conferencia a cargo de Ana Fernández, doctora en historia del arte. Hoy, a las 6.30 de la tarde. Sala Joaquim Vancells de Amics de les Arts (c/Sant Pere, 46)
►“Dibuixos, 1934-1977.” Hoy a las 7.30 de esta tarde, acto inaugural de esta exposición, que podrá verse hasta el 5 de noviembre. Sala de Amics de les Arts (c/Teatre, 2)