Ayer comentábamos que resultó sorprendente la reacción del Tribunal Superior de Justicia de Catalunya ante la concentración de personas que quisieron arropar a la ex vicepresidenta del Govern, Joana Ortega y a la consellera en funciones, Irene Rigau en la querella por el 9-N que también afecta al President Mas. Resultó sorprendente por ser poco habitual que el TSJC haga notas públicas de ese tipo y en segundo lugar por la imagen pusilánime que proyectó el tribunal. Jueces de esa profesionalidad no pueden verse inquietos por una manifestación. Cabe destacar que la ley prevé medidas contra las presiones si éstas son directas y amenazantes contra los jueces.
En todo caso, los jueces están en su derecho de manifestarse al igual que los ciudadanos, si consideran que alguien está intentando menoscabar su independencia. Como también lo puede hacer el Consejo General del Poder Judicial, máximo organismo de la judicatura, que también emitió un comunicado de protesta por las presiones a los jueces del TSJC. La cuestión no revistiría mayor sorpresa si no fuese porque en otras ocasiones la rapidez de reacción del CGPJ no ha sido tan extrema.
¿Que se ha conseguido? Pues simplemente que la reacción se multiplique, que cuatrocientos alcaldes y representantes de ayuntamientos acompañen mañana en comitiva al President para llevar a cabo su declaración ante el tribunal y que la concentración de ciudadanos que se lleve a cabo sea, como se podrá ver, absolutamente multitudinaria.
El problema de convertir en judicial un problema político es que la evolución es siempre a peor. La falta de diálogo tiene estas cosas y las previsiones no son nada optimistas. El “procés” inició hace ya tiempo un camino sin retorno y eso es precisamente lo que no se entiende en Madrid.
La política de acción reacción tiene consecuencias imprevisibles. La querella contra Mas y los miembros de su gobierno ha conseguido situar otra vez en el mismo plano a personas y colectivos que tras las elecciones del 9-N parecían algo distanciados, como por ejemplo a Ada Colau y su Barcelona en Comú que proporcionaron ayer y lo harán hoy también la mayoría que las urnas negaron y que ahora desde el Partido Popular tanto reclaman. En Madrid tienen “mala peça al teler” y no parece que tengan intención de buscar una solución; si es que la hay.