El engaño de los gases contaminantes ha obligado a Volkswagen a destinar 6.500 millones de euros por posibles pérdidas y le ha arrebatado ya un 30% de su valor en Bolsa. Pero las consecuencias de la mayor crisis vivida por la compañía en las últimas décadas van mucho más allá. El nuevo presidente de Volkswagen, Matthias Müller, anunció ayer ante los trabajadores de la compañía que el grupo revisará todas las inversiones previstas y "cancelará o aplazará las que no sean estrictamente necesarias" tras el escándalo de la manipulación de las emisiones contaminantes.
"Seré muy claro: esto va a ser doloroso", manifestó Müller ante alrededor de 20.000 empleados reunidos en la sede central de Wolfsburgo, en la primera asamblea convocada desde que salió a la luz el trucaje en motores diésel de once millones de vehículos.
Puestos de trabajo "seguros y de calidad"
Según explicó, el plan de eficiencia diseñado por su predecesor en el cargo, Martin Winterkorn, quien dimitió por el escándalo, debe ser reajustado, pero el objetivo de VW es mantener su política de puestos de trabajo "seguros y de calidad", manifestó.
Müller prometió a sus empleados una aclaración "rápida y sin miramientos" de todo lo sucedido y aseguró que los once millones de vehículos afectados por las manipulaciones pueden circular sin problemas, ya que nunca se puso en peligro la seguridad de los clientes de VW. Por su parte, el presidente del comité de empresa de Volkswagen, Bernd Osterloh, informó a los empleados de la compañía de que el escándalo de los motores manipulados para trucar las emisiones en algunos modelos no tiene "por el momento" consecuencias para los puestos de trabajo del grupo.
"Por el momento, ésa es la buena noticia, todavía no hay consecuencias para los puestos de trabajo", manifestó Osterloh, quien señaló que el objetivo es "hacer todo lo posible" para garantizar todos los empleos.