Terrassa

El Denim fue una fiesta ciudadana y tiene asegurada su continuidad

Los terrassenses se han hecho suyo el Denim Shop Art, y en esta segunda edición, celebrada el pasado fin de semana (desde el jueves) daban la impresión de haberlo incorporado definitivamente al calendario festivo. Hubo suerte con el tiempo (la lluvia no apareció más que tímidamente, y fuera del “prime time”) y la feria y sus actividades (todas se realizaron tal como estaban programadas) registraron, durante todo el fin de semana, un alto número de visitantes, que en algunos momentos, en la Rambla d’Ègara, hacía difícil el paso. De ahí que Maria Costa, presidenta senior de Terrassa Centre, organizadora del evento, hablara ayer sin ambages de “consolidación. Ha habido mucha más gente que el pasado año, sobre todo el sábado por la tarde y el domingo por la mañana, y además se ha vendido, y la zona de restauración ha estado a tope de público”. Costa no alberga ninguna duda de que, el próximo año, habrá tercera edición del Denim, y de que su continuidad está garantizada.

Subirse al bus para ver ropa
Parejo optimismo respiraban los participantes. “Nos ha ido muy bien. Han habido muchos visitantes y se ha vendido, y de todo, de cosas muy sencillas hasta las de más nivel”, comentaba el domingo Dolors Peralejo, de Moments Unijove. Este establecimiento de moda de la calle de Miquel Viver, que se estrenaba en el Denim, era de los que había montado el puesto en un autobús, ante la salida de FGC, en el Parc dels Catalans”y la gente lo ha encontrado muy divertido. Les ha gustado subirse para mirar lo que tenemos, sobre todo a los niños”.

También se marchaban satisfechos a casa, en este caso a Vic y Manresa, los responsables de Vampcats Aninota, que tenían sus zapatillas y sus pantalones (era un puesto conjunto de las dos marcas) en un gran container, en la Rambla. “Nos gusta venir a Terrassa. Ya lo hacemos por Navidad, y también vinimos al primer Denim, y siempre vendemos bastante”, señaló su responsable, Gerard Sallés. “La feria, además, está bien organizada.”

También entre los restauradores, localizados en su mayor parte en el espacio de la Rambla colindante con el Mercat de la Independència, había satisfacción por las ventas. Entre la nutrida oferta, destacó la paella de azul que presentaba el restaurante Rístol, una propuesta aparentemente arriesgada pero que “ha funcionado muy bien. Ha sido la sensación”, afirmó a este diario Olga Buixeras, al frente del puesto. “El color induce a probarla, y la gente, cuando lo hace, se da cuenta de que tiene el gusto normal. Durante los cuatro días hemos tenido muchas consumiciones.” El domingo a primera hora de la tarde, en el puesto de Rístol se llevaban servidos casi mil raciones de tapas.

Mucha gente
“Ha habido mucha gente, y se ha ido haciendo, sobre todo el sábado y el domingo, en horas puntuales”, explicó Yvonne Roger, copropietaria de Casa Evaristo. El establecimiento había acudido al Denim especialmente para promocionar la cerveza artesana propia que tiene, Egara 1917, y dos vinos de Codorniu de poca graduación, “y en este sentido ha funcionado muy bien. La cerveza ha tenido mucha aceptación, y también los vinos”. La zona de degustación en la planta baja del Mercat de la Independència funcionó un tanto a medio gas el sábado, pero el domingo resultaba difícil encontrar mesa, y, como en el exterior, las colas eran habituales. En los puestos comentaron que la denominación de “degustación” que aparecía en la pancarta de la entrada inducía a frecuentes equívocos entre los visitantes, que la asociaban con muestras gratuitos. Y no. Todo lo que ofrecían era tan de pago y consumición como las de la Rambla.

Un paseo por el Denim, por otra parte, resultaba notablemente entretenido y agradable, la tarde del sábado. En el Parc dels Catalans se concentró el público juvenil. Increíbles eran algunas filigranas que hacían con los scooters en las “pistas skatepark”, algunos subiéndose incluso por las barandas. El grafitti, y los talleres para pintarlo, despertaron una gran expectación. Los djs y las actuaciones musicales, en el escenario del espacio del centro, contribuían a animar el ambiente y atraer jóvenes, y sorprendentes e inesperadas fueron las demostraciones de “pole fitness” en la barra instalada un poco más allá. El simulador de vuelco que instaló el Racc funcionó como si de una atracción de feria -gratuita- se tratara. Había cola para entrar en el vehículo y que éste, a cinco kilómetros por hora, diera una vuelta de 360 grados. Los niños y jóvenes que lo probaban reían al dar la vuelta a la campana y salían divertidos.

Pasear por el Denim también significaba toparse con sorpresas, sobre todo para quien no tuviera presente el programa. En la misma Rambla, un grupo de chicas que baila hip hop, o cuatro parejas, ante dos altavoces y una mesa de Terrassashopers. O, a las seis de la tarde, lo que parecía una pareja de boda, vestida con ropa más o menos tejana, y flanqueada por un grupo de niños que hacían sonar sus silbatos.

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