Existe, no se sabe por qué, seguramente como consecuencia de una iniciativa tan simple como insospechada, la costumbre de analizar la acción política a los cien días. No hace muchos días hacíamos referencia a la escasa actividad del equipo de gobierno o al menos, al poco brillo de la acción de gobierno del equipo de Jordi Ballart en alianza con la Convergència Democràtica de Miquel Sàmper. No es necesario esforzarse demasiado; en realidad no han hecho nada o al menos nada con resultados tangibles.
Y es normal que así sea porque hay muchos concejales nuevos y políticamente inexpertos y porque la constitución del nuevo cartapacio se alargó hasta el último día de julio; se debían guardar la formas no se sabe bien por qué y no se podía mostrar abiertamente lo que todo el mundo sabía, que ambos partidos empezaron a hablar incluso antes de iniciarse la campaña electoral. Rull lo tenía claro y Ballart también.
Si bien no se puede hablar de acción de gobierno sí se puede hablar del cambio que se ha producido en el pleno. Más diverso con siete formaciones políticas en la sala, es un pleno más relajado en el vestir, se lucen más mangas de camisetas y pantalones tejanos; hay una media de edad más joven y hay que reconocer que los concejales van a los plenos con sus propuestas e intervenciones francamente preparadas. El nivel del discurso político ha subido enteros. Isaac Albert (ERC) y Xavier Matilla (TeC) no sólo son excelentes oradores, sino que dotan a sus intervenciones de un extraordinario contenido ideológico. Albert tiene la habilidad además de dar siempre un paso atrás para obtener y ofrecer una visión más y analítica de la discusión.
A Miquel Sàmper (CDC) ya se le conocía su capacidad comunicativa y Javier González (Cs) ha sorprendido por su agilidad mental y su fina ironía. Lo mismo podría decirse de María Sirvent (CUP), la más joven de los concejales con el discurso alternativo y transgresor de su partido y muy firme en sus convicciones; prepara muy bien los plenos. Por su parte, Gabriel Turmo (PP), como ya demostró en la campaña electoral, está menos encorsetado que en anteriores mandatos, más suelto, brillante en las formas y hábil en sus estrategias dialécticas.
A los plenos se va con las cananas cargadas y por lo visto hasta ahora, no se hacen prisioneros.