Un hombre trajeado dijo a un grupo de una docena de personas que lo siguieran, ayer, a las 4.30 de la tarde, en la calle de Gaudí, frente al Teatre Alegria. Así empezaba "Entre tazas", el espectáculo itinerante del colectivo Eléctrico 28 y Alina Stockinger. Caminamos por la calle de la Rasa hasta la tienda de electrodomésticos Miele, al que se nos invita a entrar. Ahí aparece na chica de aspecto fantasmal, que atiende por Procuppia, no habla y lleva una vela encendida. Los asistentes deben dejar sus bolsos y cosas en una nevera en desuso, y pasan a un almacén, en penumbra.
"Vuestra voz en off"
Procuppia encenderá una radio grande, viejísima y destartalada, de la surge una voz que da la bienvenida. "Estáis a punto de entrar en un teatro único, invisible", dice. "No soy una radio. Soy vuestro apuntador, vuestra voz en off. Os hablaré en diferentes materializaciones."
La chica entrega entonces unos auriculares a todos los presentes, que se los ponen tras un pequeño ritual. Se abre la puerta de garaje del almacén, y salimos al Passatge de la Rasa, y la misma voz de la radio habla ahora por los auriculares, comenta el ambiente urbano que vemos ("se trata de una gran coreografía colectiva") y la sensación es de haberse metido en un episodio de "La dimensión desconocida" o un psicotrópico film de ciencia-ficción.
"En cada lugar donde vamos, creamos una historia específica, en función del itinerario", nos comenta un miembro del grupo. "La historia siempre tiene relación con el espacio público, y se va cargando de capas de ficción." Es una manera de introducir al público "en esta nueva manera de hacer teatro, y también de invitar a ver el espacio público de una manera diferente".
El itinerario por la ciudad siguió, cargado de sorpresas, para finalizar con los espectadores como protagonistas activos, esto es, actuando.
También ayer por la tarde, Marcel·lí Antúnez construyó su "Monutafi" en el Raval, y Jordi Galí-Arrangement Provisoire tejieron otro monumento en la plaza del Progrés.
