En Terrassa, también. Junts pel Sí se alzó ayer con la victoria en la ciudad, concentrando el voto nacionalista-independentista, y Ciutadans dio un golpe encima de la mesa, colocándose en un segundo puesto impensable hace no mucho para una fuerza que irrumpió en el panorama en el 2006. El alto índice de participación, histórico, premió la polaridad.
Los vasos comunicantes entre CiU y Esquerra semejaban inamovibles. Lo que uno perdía lo ganaba el otro. Esta vez iban juntos, y la traslación de la suma fue casi perfecta: 38.671 papeletas, el 32,79 por ciento. Ciutadans casi triplicó los apoyos de las últimas autonómicas, y obtuvo el respaldo de 26.360 votantes, el 22,35 por ciento.
Juan tiene 77 años. No votaba, en ningún comicio, desde 1979, desde los tiempos febriles de la Transición. El sábado reveló ante sus hijos, como si de una arcana confesión se tratase, que esta vez sí iba a ejercer su derecho. “Mañana voy a votar”, dijo, y a primera hora de ayer, la cara limpia, el gesto resuelto, se encaminó al colegio electoral. Y como él, muchos otros, conscientes de que la convocatoria del 27 de septiembre era la de unas elecciones autonómicas, y algo más. Tantos fueron, que la participación alcanzada en Terrassa superó el 77 por ciento del censo. Según la Generalitat, fue del 77,26 por ciento.
Cifra histórica
El porcentaje se convirtió en el más alto registrado en unas elecciones autonómicas desde las primeras, celebradas en 1980. La participación superó en ocho puntos la del 2012, y en veinte la de las anteriores, del 2010. El ambiente previo era distinto, espeso, de presagio de tiempo crucial, de excitación, y la cifra histórica de participación aparecía diáfana en los sondeos. Sin embargo, un listón que rebasase el 75 por ciento no era manejado por muchos en las encuestas.
Y el índice de votantes resultó de suma importancia en la traducción en votos dada la polarización que había trufado la convocatoria y la había convertido en una suerte de punto de inflexión en el proceso independentista. No eran unas elecciones plebiscitarias, pero lo parecían mucho. Y el voto se concentró.
Así, la marea de papeletas extra dejó la espuma de la resaca, en reparto desigual, en el apoyo a Junts pel Sí y a Ciutadans, sobre todo, las fuerzas que a la postre obtuvieron el primer y el segundo puesto en las elecciones en toda Catalunya. Y en Terrassa, donde la lista encabezada esta vez por Inés Arrimadas se hizo con el segundo lugar, superando al PSC (a los socialistas los votaron 17.692 terrassenses, el 15 por ciento) y duplicando el porcentaje de apoyo a la coalición de izquierdas de Catalunya Sí Que es Pot, la alianza de ICV-EUiA con Podemos.
No fueron pocos los votantes que en anteriores comicios habían depositado en la urna la papeleta socialista que en esta ocasión prefirieron la opción de C´s. “No los voy a votar por la adhesión a la AMI (Associació de Municipis per la Independencia)”, reflexionaba un antiguo votante socialista. Y apoyó a Ciutadans-Partido de la Ciudadanía, que también rebañó cientos de votos a su derecha, al PP.
Juan, el abstencionista, que no votaba desde 1979, votó a C´s.