El fiel de la balanza rara vez se pone vertical en el difícil equilibrio de convivencia entre dueños de perros y otros ciudadanos. No hay parque sin conflictos. Y si algunos propietarios de animales domésticos sobresalen por su incivismo, dejando sueltos sus canes o no recogiendo sus excrementos, a algunas personas molestas por esa dejadez no se les ocurre otra forma de lucha que crear artificios malignos, trampas como las vistas en la plaza de Lluís Companys. O en otros sitios de Terrassa.
“Seguramente quienes hacen esto (poner embutido con clavos) se han molestado por las cacas que algunos no recogen”, reflexiona una usuaria de Lluís Companys. La policía descarta la existencia de una práctica dañina generalizada en otros puntos, y menos de una orquestada, pero parece que en los últimos meses se han detectado asechanzas de diverso tipo para causar daño a animales.
Un joven explica su experiencia con su perro, que días atrás resultó herido en una pata, al parecer porque tropezó con un hilo de pescar que alguien había tensado entre dos árboles en el Parc de Vallparadís.
En Can Petit se dio un caso semejante. Algo similar ha ocurrido en el sector de Can Jofresa. Al Ayuntamiento le consta la noticia de la muerte, la semana pasada, de un perro supuestamente envenenado, se desconoce si adrede o por descuido.