La mayoría de las personas intervenidas y tratadas por un cáncer suele preguntar a su médico por los efectos que tendrá la enfermedad en su sexualidad a posteriori, una vez ha cumplido todo el tratamiento. Mientras libra la batalla contra su afección la preocupación central de esa persona es qué efectos tendrá la quimioterapia y la posible caída del cabello, especialmente entre las mujeres.
La doctora Gema Macebo, ginecóloga y coordinadora de la Unidad Funcional de Tumores Ginecológicos del Hospital del Mar afirmaba en unas jornadas sobre “Salud sexual y reproductiva durante el proceso oncológico” que afirma que “por supuesto, hay sexo después del cáncer y en muchos casos incluso puede ser mejor que antes, aunque requiere que las pacientes afronten esta cuestión con claridad y sin tabúes”. En base a su experiencia médica considera que “estar abiertos al autoconocimiento, a superar los miedos que la propia enfermedad genera, a aceptar la propia imagen corporal y abrirse al amplio abanico de las prácticas sexuales hace que la calidad de la sexualidad de la persona no sólo se recupere sino que incluso pueda salir beneficiada”.
Durante las visitas de control los pacientes, según la doctora Mancebo, deben hablar abiertamente con su médico de estas cuestiones relacionadas con la sexualidad que a menudo siguen minimizándose u ocultándose. Propone que los profesionales oncológicos traten de manera rápida e informal estos asuntos que también tienen un impacto en la calidad de vida del enfermo y su pareja. Aunque hablar de temas de sexualidad resulta más espontáneo en la consulta del ginecólogo, la doctora aconseja que los especialistas estén más abiertos a dialogar sobre estos temas tan delicados que afectan a hombres y mujeres por igual. La evolución de los tratamientos y de las técnicas y evidencias sobre la cirugía oncológica han mejorado la supervivencia de los pacientes con cáncer en las últimas décadas, pero también han traído como consecuencia el planteamiento de la recuperación de la calidad de vida posterior, incluyendo la dimensión sexual de los enfermos. La práctica profesional ahora deba incluir nuevas preguntas sobre los efectos secundarios de la cirugía para garantizar la mejor recuperación de la sexualidad o de la capacidad reproductiva.
Disminución de la libido, surgimiento de miedos y falsas creencias (como la afectación sobre los propios tumores) o sobre el dolor y otras complicaciones orgánicas posibles (hemorragias, disfunciones eréctiles) son algunos de los efectos de las intervenciones quirúrgicas y los tratamientos con quimioterapia o radioterapia que se realizan posteriormente.
Así, la terapia es cada vez más personalizada y precisa tener en cuenta las opiniones y necesidades del paciente y para garantizar que además de vivir, se vivirá bien.