Jordi Cuesta Blas nació en Barcelona el 7 de enero de 1970. A sus 45 años es un reconocido empresario del mundo del transporte refrigerado al frente de la firma Pickingmed, cuya sede está ubicada en Sant Quirze del Vallès. Además, posee un supermercado franquiciado de Bon Area, con el que empezó a patrocinar a la EF Bonaire en 2009. Y también dispone de otra empresa dedicada a la importación de productos tecnológicos. Persona inquieta y metódica, se ha rodeado de un grupo de personas de confianza que le ayudan en la gestión del Terrassa FC.
Padre de cuatro hijos, Cuesta pasó su infancia y su juventud en Rubí. Su traslado a Terrassa se produjo tras contraer matrimonio dado que su mujer es terrassense. Ha estado siempre vinculado al mundo del fútbol, habiendo jugado en el Maristes de Rubí e incluso en el primer equipo de la UE Rubí. Ha sido hasta hace muy poco accionista del RCD Espanyol, donde disponía de un paquete significado entre los pequeños accionistas. Se lo vendió porque dice que no era moral estar en dos frentes, por la imposibilidad de que su grupo pudiese dirigir el club y por no diversificar la inversión. En todo caso, su papel más relevante fue en la Peña San Pedro, participando en la gestión de los éxitos del club en los últimos años de la mano de Ildefons Doblas, con quien inició el proyecto para asumir la gestión del Terrassa FC. A finales de 2014 empezó a trabajar en la dirección de hacerse con la propiedad del club, pero fue el pasado mes de julio cuando lo adquirió después de un largo proceso repleto de episodios polémicos.
Se declara una persona tímida a quien algunas exigencias de la presidencia le sobrepasan. Por ejemplo, le disgusta que le llamen presidente. Y tampoco se ha acostumbrado aún a guardar las formas en el palco. Dice que disfruta mucho más en la grada, donde puede descargar su pasión por este deporte sin complejos.
¿Cómo le ha cambiado la vida ser presidente del Terrassa?
Hay una parte que no me gusta, que es que la gente me reconozca. Para mí eso es un problema, porque me declaro tímido y me gustaría pasar desapercibido. A nivel familiar es evidente que tengo menos tiempo libre. De momento en casa están intentando acostumbrarse a ese cambio.
Ser presidente significa un esfuerzo en todos los sentidos, pero en todo caso porque le gusta.
Evidentemente. La satisfacción de ver a los niños o la emoción de los días de partido te llena, aunque por ahora no hemos conseguido ninguna victoria. Pero tampoco he tenido que hacer grandes renuncias. Por fortuna mis empresas están en manos de gente muy cualificada y puedo dedicar muchas horas al Terrassa. De momento, casi a "full time". Estoy por el club desde que me levanto hasta que me marcho a dormir. Quiero cumplir los objetivos que nos hemos propuesto.
Muchos presidentes han buscado en esa silla un reconocimiento social.
No es mi caso. Si pudiese, sentaría a alguien en esta silla y yo dirigiría el club desde detrás del telón.