El bueno de Steve Urkel, un patoso intelectualcargado de gafas y tirantes, rompía todo lo que tocaba en la comedia "Cosas de casa".
Ataviado iba, él, con aquellos pantalones que tendían a llegarle hasta los sobacos (dicho sea de paso, gracias a la ayuda de sus inestimables tirantes, sin los que nunca salía de casa). También llevaba unos calcetines de colores que, claro, siempre quedaban a la vista de los demás (¿quién dijo hortera?) y unas "gafotas" que restaban unidas a sus preceptivos cordones. Aquellas lentes le acababan de dar un manifiesto aire de "nerd" (dícese del intelectual que sufre una desmesurada pasión por la ciencia, aunque tiene pocas habilidades sociales). Así se mostraba Steve Urkel.
Caminando como si huevos pisara y con una vocecilla estridente que enervaba al más tranquilo, la gran estrella de la serie "Cosas de casa" siempre metía la pata. Y luego preguntaba: "¿He sido yo?". A veces rompía un jarrón. O una ventana. Cuando no provocaba un incendio, descoyuntaba un coche con sólo mirarlo o hacía explotar uno de sus a priori infalibles inventos. Urkel era un pegadizo y entrañable patoso que en los noventa se hizo popular en España con una "sitcom" emitida en A-3 TV.
Un amor imposible
La comedia, que había nacido en la cadena estadounidense ABC, contó con un total de nueve temporadas y más de 200 capítulos. La serie de humor narraba la vida de los Winslow, una familia afroamericana de clase media cuya casa estaba ubicada en las afueras de Chicago. Carl, que trabajaba como oficial de policía, era el padre del clan. La madre Harriette y los hijos del matrimonio, Eddie, Laura y Judy, completaban el reparto de personajes. En la ficción no faltaban las risas precocinadas y los diálogos moralizantes al final de cada uno de los divertidos episodios.
Cual Romeo venido a menos, Urkel bebía los vientos por Laura, su Julieta, que trataba de zafarse de los incansables envites amorosos de Steve como buenamente podía.
Renovación
A medida que fueron pasando las temporadas, "Cosas de casa" incorporó a nuevos personajes. Es el caso de Waldo Faldo, el amigo de Eddie. A nivel intelectual, el pobre Faldo era más bien distraído, por así decirlo. La serie también incluyó algunos elementos de ciencia ficción, como cuando Steve, cansado ya de no lograr el amor de Laura, se transformó en Stefano, su álter ego seductor y carismático.
Los esfuerzos de Urkel por conquistar a la hija de los Winslow se vieron recompensados en los últimos episodios, en los que el torpe joven conseguía, tras mucho sudor, ser la pareja de su amada. Aunque luego Steve recibió una oferta de la Nasa y la soñada boda con Laura nunca llegó a producirse. Al menos, a ojos de los espectadores.
Nació como un "spin-off"
Harriette, la madre de los Winslow en "Cosas de casa", era el nexo de unión entre las dos producciones, ya que pasó de trabajar como ascensorista en "Primos lejanos" a presentarnos a toda su familia
En realidad, "Cosas de casa" surgió como una serie que derivaba de otra. En concreto, de la comedia "Primos lejanos", que también se hizo muy popular a finales de los ochenta e inicios de los noventa. El enlace entre ambas ficciones era el personaje de Harriette, la madre de la familia Winslow en "Cosas de casa", que trabajaba como ascensorista en "Primos lejanos". Por aquel entonces nadie sospechaba que su hogar en Chicago fuese tan animado.
Steve Urkel, que acabó siendo el gran protagonista de la comedia, no apareció en los primeros episodios de la serie. Los guionistas pensaron en él como un secundario que sólo debía actuar en uno de los capítulos, en el que tenía una cita con Laura. Pero tal fue el impacto que Urkel causó en la audiencia que se convirtió en el centro del "show" y quedó para siempre vinculado a los Winslow.
Más desapercibida que Steve pasaba Judy, la hija pequeña de la familia. Tras esfumarse de la serie de la noche a la mañana, la actriz Jaimee Foxworth, que interpretaba a la adolescente, trató de recuperar notoriedad protagonizando decenas de películas X. Ver para creer.