Desde las 4.17 de esta madrugada se ha puesto en marcha el servicio de la línea S1 de Ferrocarrils de la Generalitat desde Can Roca, en concreto la estación de Nacions Unides, hasta Barcelona. A esa hora ha circulado el primer convoy que ha disfrutado de la prolongación de FGC en Terrassa. Por fin llegó el día. Después de doce años de obras, de muchos proyectos variados, de numerosas visicitudes y de una crisis extrema que propició que se pararan los trabajos en 2011, para continuar después con un sensible retraso con respecto a los plazos iniciales, el ansiado metro es una realidad. Los terrassenses pueden cruzar la ciudad de Sur a Norte en sólo ocho minutos, doce si se contabiliza desde Les Fonts.
Terrassa podrá disfrutar definitivamente de una de aquellas obras que marcan una época, que forman parte de la historia. Todos los ciudadanos han soportado con estoicismo las obras que se han dilatado hasta el infinito y sobre todo la sensación de que la llegada del metro se había convertido en algo más que en un imposible. Esta idea ganó fuerza en los últimos meses, cuando los trabajos estaban finalizados y la posibilidad de utilizar un servicio como éste parecía estar en manos del calendario electoral. Ayer, con solemnidad y tras un importante baño de multitudes, Artur Mas, President de la Generalitat, decidió cortar la cinta y permitir que Terrassa de un importante salto como ciudad. El nuevo metro debe implicar un cambio radical en la movilidad de los ciudadanos.
Desde hoy mismo se deben empezar a rentabilizar los 401 millones de euros de inversión de este proyecto. El metro es un instrumento vertebrador y que da un salto de calidad como urbe. Son pocas poblaciones las que disponen de un servicio de este tipo. También obligará a cambiar hábitos y sobre todo convertirse en un motor de progreso. A tenor de la respuesta de los terrassenses en la jornada de ayer, durante el estreno oficial de la prolongación de Ferrocarrils, el éxito está asegurado. Muchos ciudadanos quisieron descubrir como es realmente el Metro de Terrassa. Está previsto que se puedan alcanzar unos 2,3 millones de desplazamientos internos al año, toda una transformación para el modo tradicional de desplazarse en la ciudad. Sólo falta el complemento de una tarifa atractiva. Se han alzado, con razón, voces que recuerdan la necesidad de que Terrassa deje ser zona 3 y pase a ser zona 2 como Sabadell o Rubí. Ahora es el momento de conseguirlo.