Opinió

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Hace escasamente un mes que se constituyó el nuevo Ayuntamiento tras las elecciones municipales. De los veintisiete concejales que conforman el consistorio, sólo cinco, entre los que se incluye el alcalde, han formado parte del pleno en mandatos anteriores; de cuatro formaciones políticas que se integraban en el arco plenario municipal se han pasado a siete y lo más importante, no existe una mayoría estable para gobernar la ciudad con autosuficiencia.

Es decir, nos encontramos ante una situación nueva que obliga al equipo de gobierno, formado de momento por los nueve concejales del PSC, sobrecargados con la multitud de áreas que conforman el cartapacio, a una máxima concentración y al esfuerzo añadido de tener que convencer a la oposición de la bondad de sus propuestas. Los partidos de la oposición, por su parte, tienen, como decían los representantes de ERC en su primera valoración de la acción de gobierno, intentar influir de manera que su actividad opositora se convierta también en acción de gobierno en la medida de lo posible.

Una muestra de está novedosa situación del Ayuntamiento se dio el martes en la comisión de cultura, foros abiertos ahora al público. En un momento de la reunión, atascada por sobreentendidos de los veteranos o reproches más o menos velados por el desconocimiento de cuestiones diversas, uno de los concejales dijo airado y como para justificar la lentitud con que se desarrollaba la reunión: "Es que som nous!".

En realidad no se trata más que de eso, de falta de experiencia, que no debe verse como un debe en los nuevos concejales, sino todo lo contrario. La renovación de las estructuras y el cambio de concejales tanto del equipo de gobierno como de la oposición debe entenderse como algo positivo que sin duda enriquecerá la actividad política y también administrativa en el Ayuntamiento.

El tiempo que se emplee en la "formación" de los concejales, como en este caso en conocer el funcionamiento de las comisiones y los mecanismos que sustentan su razón de ser, no es tiempo perdido, sino una inversión que sin duda dará sus frutos. Ni la inexperiencia es un problema ni la fragmentación debe entenderse como tal. Es el momento de oxigenar el ayuntamiento, de negociar, de llegar a acuerdos y a consensos que enriquezcan la ciudad. Se necesita un rodaje, pero no importa.

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