Terrassa

Alf, el alienígena 

Si bien su añorado planeta Melmac quedaba a años luz de la Tierra, de aquel otro mundo espacial cayó sin avisar, cual E. T. en versión televisiva, un ser pintoresco con pocos dientes, de color marrón y con pinta de oso hormiguero. La nave en la que viajaba se estrelló justo en la casa de los Tanner, una familia de clase media norteamericana que decidió adoptar a Alf -así se llamaba la criatura- y resguardarlo de vecinos, medios de comunicación y del propio ejército de los Estados Unidos, para el que la captura del hiperactivo y siempre descarado alienígena hubiera sido un gran tanto.

Alf no media demasiado más que Brian, el hijo pequeño de la familia, y de vez en cuando decía que trataba de reparar su nave para volver a Melmac. Aunque en el fondo en la morada de los Tanner se sentía muy a gusto. Tanto que la cadena estadounidense NBC emitió la serie durante cuatro temporadas, que empezaron en 1986. A España, Alf llegó poco después, en 1988, de la mano de TVE.

La serie constó de 99 episodios, que hicieron muy popular al deslenguado ser que en cada capítulo sacaba de quicio al bueno y reflexivo de Willie, el padre de familia, que no daba con la fórmula para hacer entrar en razón al peludo extraterrestre. "Alf" era una comedia de situación divertida y amable, apta para toda la familia.

Un ser peludo con un dudoso amor felino
Uno de los personajes que sin duda más sufrió el peculiar e incansable carácter de Alf fue Lucky, el gato de los Tanner. Dijéramos que el alienígena sentía una dudosa pasión por el animal, puesto que se pasó toda la serie tratando de comérselo. Lo mismo Alf metía a Lucky en el microondas a espaldas de todos como trataba de hipnotizar al felino. "Se te están cerrando los ojos… Tienes mucho sueño… Ya no eres un gato, ¡sino una rosquilla!", decía a Alf a Lucky mientras sostenía un reloj que movía como un péndulo en uno de los capítulos. "¡Estaba enseñando a Lucky a decir la hora!", argumentaba Alf cuando le sorprendían.

Alocado e inverosímil, Alf lo mismo se marcaba un "rock & roll" ataviado con unas gafas de sol y usando un pepino como micrófono, que ponía patas arriba la casa de los Tanner en su ausencia. "¿Teníamos que haberte avisado?", le decía con sorna Kate, la madre de familia, en un episodio en el que tras entrar por sorpresa en el hogar descubría que Alf había puesto patas arriba hasta el último rincón de la casa. "La música estaba a tope. No hubiese oído el teléfono", le espetaba el marciano con su habitual jeta "melmaquiana".

Los apasionados de la serie recordarán que el final de Alf fue un tanto controvertido. En el último episodio, el humanoide cósmico lograba al fin contactar con su mejor amigo y su novia, antiguos residentes en Melmac -como él mismo-. Ambos le contaban que se habían establecido en un alejado planeta llamado Nuevo Melmac. Tras darle vueltas a la cabeza (de vez en cuando Alf también pensaba con algo de raciocinio), el extraterrestre decidió que tenía que partir para reunirse de nuevo con los de su especie.

Pero tras despedirse de los Tanner, su familia norteamericana de acogida, y cuando ya estaba esperando a que sus amigos le vinieran a recoger para abandonar la Tierra, una patrulla cazaextraterrestres del ejército acabó capturándole. ¿Puede una serie cómica tener un final más triste?
Melmac había dejado de existir, así que el bueno de Alf, mientras deambulaba por el espacio, cayó en casa de los Tanner, una familia media norteamericana. Locuaz, testarudo e imprevisible, el adorable marciano acabó robándoles el corazón

El retorno que nunca llegó
Sin continuidad. Los guionistas pensaban en una posible quinta temporada de la serie cuando, al terminar la cuarta, Alf acababa en manos del ejército de los Estados Unidos. Pero la cadena NBC no se pudo permitir una nueva entrega de la producción por cuestiones económicas.
La película. Ante el final de Alf en televisión, los creadores del "peluche animado" apostaron por el cine. Así fue como en 1996 aterrizó en la gran pantalla "Proyecto: Alf", una película en la que ni siquiera aparecían los Tanner.

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