El censo municipal de animales de compañía tenía registrados a finales de mayo de este 2015 a 6.987 ejemplares. De ellos la mayoría eran perros (6.071), además de 912 gatos y 6 hurones -a día de hoy no hay ninguno. De todos ellos, 399 son considerados potencialmente peligrosos.
Pese a que la inscripción en el registro es obligada para todos los propietarios de una mascota, no todo el mundo realiza este tramite. La tasa anual que hay que pagar ronda los 14 euros, aunque hay algunas bonificaciones. Por ejemplo, las personas que han adoptado un animal en la protectora gozan de una bonificación del 50% para siempre. Además, los dos primeros años de inscripción son gratuitos para todo el mundo. Y no pagan las personas mayores de 65 años, invidentes y personas con discapacidad que tengan animales que prestan un servicio o que lo tengan por consejo médico.
En cuanto a los chips que se implantan a la mascota al registrarla, el Consell de Col·legis Veterinaris de Catalunya advierte que es necesario que cumplan con la norma ISO 11784 y 11785. Si no, es imposible que se puedan dar de alta en el Archivo de Identificación de Animales (AIAC) ya que no se puede leer dicho microchip. En este aparato aparecen los datos del propietario, lo que permite hacer las recuperaciones con la máxima prontitud posible.
Poner chip en perros y gatos es obligatorio desde el año 1998 pero de los canes que se abandonaron en 2012 solo una cuarta parte llevaban. Cada perro abandonado cuesta cerca de 3.600 euros de media al año de mantenimiento, lo que significa un coste para las perreras municipales y las protectoras de unos 70 millones de euros, según los datos del Consell Veterinari de 2012.