Entrar en un Ayuntamiento como el de Barcelona "como elefante en cacharrería", por muchos votos que la alcaldesa lleve bajo el brazo y por muy exclusivamente "activista" que una persona haya sido, puede tener consecuencias tan insospechadas como lamentables.
Cuando un día se dice que "cumpliré las leyes que considere justas", al otro se habla de emitir moneda con el aval del Ayuntamiento y al siguiente se pone manos a la obra, no sólo haciendo todo lo posible para frenar la afluencia del turismo, sino que se llegan incluso a suspender los permisos de construcción de algunas docenas de hoteles, a quienes ya se les había concedido, es para ponerse en guardia e, incluso, aquellos que les votaron con plena convicción, empezar a preguntarse qué tiene que ver el "activismo" con el bien gobernar.
Pero es que quien así actúa, si además va rodeándose de familiares o de personajes que viven del escándalo o lo provocan en plena calle, nada más ser nombrados, la cosa es para preocupar seriamente a todo el vecindario.
La preocupación no vendrá sólo por cada actuación que cada uno de esos personajes pueda decidir que, con la dimensión y presupuesto de la Ciudad Condal, ya es para temblar, sino porque díganme ustedes los muchos inversores que habían decidido invertir enormes cantidades de dinero y ahora se ven atrapados, no se sabe por cuánto tiempo, harán correr en cuatro días, como reguero de pólvora, la inseguridad jurídica de Barcelona, y por contagio la de todo un país.
La cosa traerá cola, porque las consecuencias costarán miles de millones al Ayuntamiento (es decir, a los ciudadanos) pues es de suponer que, con el permiso en la mano, no creo que haya nadie que no actúe judicialmente y, aunque gane el pleito, el tiempo que dure el proceso será largo y actuará de nefasta propaganda para los que estén pensando en invertir aquí.
No es de extrañar la preocupación mostrada por el señor Malet, presidente de la Cámara de Comercio de EE.UU. en España, quien representa a unas 370 grandes compañías.
En su entrevista con Cinco Días, no sólo expresa su pesar ya por temas como el hotelero en Barcelona, o el de las renovables en todo España, sino que deja ir su preocupación por los cambios que puedan realizarse después de las Generales según quien las gane.
A las medidas tomadas por la señora Colau, debe añadirse el nepotismo demostrado en el nombramiento de parejas sentimentales para los más altos cargos, empezando por una exhibicionista del sexo que dice le gusta "desaguar" en plena calle -conocida como Mis Bragas- montando números públicamente y a quien le ha sido confiada la jefatura de protocolo.
Si en una semana los números montados y los estropicios iniciados son ya de gran calibre, lo que pueden dar de sí cuatro años mandando un equipo como el que se va formando, y la "espantada general" que pueden provocar.