Terrassa

Las ganas de diversión vencieron al calor

Las altas temperaturas se conviertieron en un protagonista poco grato de la Festa Major 2015 (aunque preferible a la lluvia del pasado año), motivo de conversaciones y también de un mayor consumo de bebidas en los bares, pero no impideron que la programación se desarrollara con total normalidad, y los terrassenses salieran masivamente, como en cada edición, a vivir los actos de la programación que les interesaban. Hay tantos -344, este año- que, como siempre, es difícil encontrar una “tribu” terrassense que no tuviera los suyos, al menos uno, que sea además motivo de reencuentro con amigos y conocidos.

Públicos para todos los ritmos
La música, un año más, volvió a reunir multitudes. Las mayores, la que congregaron Georgie Dann y Amaia Montero. La popularidad del primero es indiscutible, pero fue una sorpresa que abarrotara la Plaça Nova de espectadores de todas las edades con ganar de escuchar y bailar “El bimbó” y otros clásicos verbeneros. Tampoco la cantante de La Oreja de Van Gogh, el sábado, en el Parc dels Catalans, defraudó ni en capacidad de convocatoria,pareja a la de Dann, ni en calidez ni en contenido musical.

El resto de nombres estelares también atrajeron espectadores numerosos y entusiastas, comenzando con los de la noche del viernes, Els Catarres en el Parc dels Catalans, y Gertrudis, que llenaron la Plaça Vella prácticamente hasta el límite de su capacidad. Volvió a llenarse la Plaça Vella tanto con el “Ball de revetlla”, con música a cargo de la Orquestra Montgrins, como con el regreso del grupo Hotel Cochambre. Y mucha gente disfrutó en el Parc dels Catalans con Delafé y las Flores Azules.

También mucho público sumaron el resto de propuestas musicales. Las agrupadas en las programaciones del Espai Vapor (plaza del Vapor Ventalló)que fue punto de encuentro del sector más moderno y “indie”; “El Jove” (Torrent de les Bruixes de Vallparadís), con un asistencia cada vez más intergeneracional (Anti-patiks comenzaron su concierto con una primera fila con mayoría de ciencuentones) y la “BBQ Live” (plaza Didó) ofrecieron, durante tres días, una variada y contínua muestra de estilos, cada una con un público en buena parte específico, pero que también circulaba entre los tres espacios. A destacar, en la Didó, la actuación de la terrassense Ivet Vidal.

El peso de la tradición
El otro gran apartado de la Festa Major es la cultura popular, que sigue manteniendo un enorme poder de convocatoria. Tras la Baixada del Drac, el descubrimiento del Capgròs de l’Any (Valentí Grau) abrió la programación en el Raval de Montserrat, el mismo espacio que, por la noche, acogería el Raval Infernal, que volvió a ser un vistoso espectáculo de fuego y tinieblas. Regresaría el fuego a las cales, la noche siguiente con el Correfoc.

Pero la auténtica “fiesta mayor” de la cultura popular, que un año más volvió a evidenciar su amplitud y dinamismo, es la Cercavila del sábado por la tarde, que congrega a todos los grupos de la ciudad. Recorrieron el centro realizando actuaciones con destino final en la Plaça Vella, donde pasarían el testigo a los castells de vigilia, preludio de la gran exhibición castellera del día siguiente. La actuación de Minyons fue extraordinaria (dos de nou amb folre i manilles, cinc de nou amb folre, nou de vuit y pilar de vuit amb folre i manilles) y puso la Festa Major de Terrassa en todos los medios de comunicación.
También en la cultura popular hay que enmarcar el Seguici d’Autoritats, seguido del oficio solemne en la catedral y la Sortida d’Ofici, que los protocolos de Festa Major consideran los actos centrales.

Los niños son grandes protagonistas de la Festa Major, y pudieron verse en prácticamente todos los actos (incluso en muchos no pensados específicamente para ellos, también por la noche). Ayer fue, de todas maneras, su gran día, con la jornada de actividades en el Parc de Vallparadís, en la que Xuli Vert refrescó a los asistentes lanzado diez mil litros de agua. Y para muchos niños, no lo olvidemos, lo mejor de la Festa Major es la feria de atracciones que se monta en el Parc dels Catalans. Los autos de choque, los tiovivos, las colchonetas, los aviones, las norias, el buque oscilante, volvieron a hacer las delicias de los pequeños (y que, a tres euros el ticket, la fiesta tuviera su precio para los padres). Sin olvidar “El castillo del terror”, recorrido en tren por túneles oscuros, con monstruo incluido, ante el que se formaban largas colas, y también dudas existenciales (“¿da mucho miedo?”, preguntaban algunos pequeños a los que salían de la experiencia). La Festa Major tiene tantas caras que es casi imposible abarcarlas todas. En los habituales paseos por el centro, por los espacios, siempre te encuentras con un conocido para el cual lo más importante o entrañable de la programación es un acto de que apenas tenías noticia, o en el que no has reparado.

el peso de la tradición

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