Opinió

Allá cada cual 

Si por algo recordaremos la Festa Major de 2015 será por la magnífica actuación de Minyons, o por las más de diez mil personas que contra pronóstico siguieron el concierto de Amaia Montero o por las más de ocho mil que llenaron la Plaça Nova para ver en directo a un mito de la canción del verano como Georgie Dann o por el récord de participación en la Cursa de Festa Major o La Pedalejada o por el amplio seguimiento de los actos de fuego o de todos los grupos de cultura popular o de las programaciones musicales de El Jove, Espai Vapor o la Plaça Didó, o Els Catarres, Gertrudis o Delafé… O se recordará por el calor. Ha habido Festa Major para todos los gustos y todos los públicos, una oferta variada y ampliamente seguida. La temperatura invitaba a tomar la calle y las terrazas estaban llenas.

Desde que se han reordenado los espacios de la Festa Major, cada año se da el comentario de si se ha visto más o menos público en la calle. El eje de otro tiempo formado por la Rambla, Raval de Montserrat y Plaça Vella e incluso Portal de Sant Roc generaba una sensación de mayor concentración de público. La desaparición del escenario del Raval y la consolidación de la Plaça Nova como nuevo espacio, dispersa la atención y en ocasiones, especialmente este año en las horas con temperaturas más elevadas, puede provocar una sensación equivocada. Los actos han contado con una participación y seguimiento amplios como suele ser habitual y cada terrassense ha tenido la opción de diseñar su Festa Major como mejor le ha apetecido e incluso de huir de la ciudad si ese ha sido su deseo. Y es que al final cada uno vive la Festa Major en la medida que considera y con la intensidad que le parece. Allá cada cual.

Fracaso
Y ahora qué? Esa es la pregunta tras el referéndum que ha dinamitado las estructuras de decisión de la Unión europea. La solución al conflicto todavía debe verse, pero no cabe duda de que hay un antes y un después. No es suficiente con decir que Grecia tiene que gastar menos y recaudar más porque no existen en el país las condiciones para ello. El desastre griego no puede entenderse de otra manera que no sea un fracaso de Europa.

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