Emilio Menéndez y Carlos Baturin se casaron hace diez años en la localidad madrileña de Tres Cantos, pasando a la historia como la primera pareja del mismo sexo que pudo casarse en España gracias a la entonces recién aprobada ley del matrimonio homosexual que, una década después, ha avalado 31.610 enlaces.
La ley, elaborada por el gobierno socialista que presidía José Luis Rodríguez Zapatero, modificó el Código Civil para permitir el matrimonio y la adopción entre personas del mismo sexo, fue aprobada el 30 de junio de 2005 en el Congreso y entró en vigor el 3 de julio.
Desde entonces y hasta 2014, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), se han celebrado 31.610 enlaces entre personas del mismo sexo en España, que fue el cuarto país del mundo en equiparar los derechos de todas las parejas.
Los primeros en dar el paso, Emilio y Carlos, confiesan a Efe que el vínculo legal les “devolvió la dignidad” y fue “una aprobación de la sociedad” y “un reconocimiento como ciudadanos de primera”.
El “sí, quiero” fue como “un bálsamo que cura la herida”, explica Emilio, tras recordar que durante la dictadura en los años setenta sufrió “una sanción dura e injusta” por parte de la sociedad, que consideraba a un homosexual como “un monstruo o un depravado”.
El “compromiso” se legalizó después de treinta años de relación, en los que nunca estuvieron “dentro del armario”, aunque siempre fueron “discretos” para que nadie tuviera que reprocharles ningún escándalo.
Cuando les comunicaron que iban a ser los primeros en casarse, ocho días después de la entrada en vigor de la ley, Emilio dice que lo meditaron “brevemente” y que tuvieron “momentos de duda”, pero no calibraron la repercusión mediática que iba a tener el evento.
El 11 de julio de 2005 fue el “gran día”, en el que hubo “momentos felices, románticos y tiernos” y se sintieron arropados por la familia y acogidos por la gente y por los medios de comunicación.
Cuando llegaron al Ayuntamiento de Tres Cantos, donde la hermana de Emilio había sido concejal, se encontraron con que les habían preparado una boda “como Dios manda” en el salón de actos, con música, flores… y con ochenta cámaras de televisión.
De la noche a la mañana, se hicieron “famosos”, la gente les paraba por la calle para fotografiarse con ellos y cada vez que surge una noticia sobre este asunto vuelve a publicarse su imagen.
El recurso de inconstitucionalidad contra el matrimonio homosexual presentado por el PP los tuvo “en vilo” durante siete años.
Pero siempre confiaron en que el Tribunal Constitucional iba a resolver la cuestión con prudencia.
Al margen de los “errores” que haya podido cometer, en su opinión, esa legislatura de Zapatero será recordada como la de las libertades y la igualdad, por el matrimonio homosexual, entre otras leyes sociales.
Desde la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales (FELGTB), su presidente, Jesús Generelo, califica de “pedagógica” la ley porque, además de permitir la felicidad de las parejas que han decidido hacer uso de este derecho, ha supuesto “un cambio social de aceptación, de visibilidad y de normalización de la diversidad sexual y de género”.
“Algo que antes se veía con desconfianza y agresividad por parte de algunos sectores”, señala.
La sociedad ha visto que el matrimonio homosexual solo puede enriquecerla, no crea ningún conflicto social y no daña derechos ajenos, mientras que, desde el punto de vista psicológico, el colectivo LGTB ha experimentado un reforzamiento de la autoestima, señala su presidente.
Tras el “recurso de la vergüenza” del PP contra la ley de matrimonio homosexual, el Constitucional reconoció que no solo era un derecho, sino que lo inconstitucional hubiera sido seguir discriminando a este sector de la población, asevera.
En los primeros años de vigencia de la ley, se registraban dos matrimonios entre hombres por uno entre mujeres, mientras que los datos de los últimos años reflejan una tendencia a la equiparación, precisa el sociólogo de la Universidad de Salamanca Ignacio Paredero.
Baleares, Canarias, Madrid, Cataluña y la Comunidad Valenciana tienen la tasa más alta de enlaces entre personas del mismo sexo, mientras que las más bajas se concentran en Castilla y León, Extremadura, La Rioja, Galicia y Castilla-La Mancha.
Ximena Hessling