Hablas un ratito con José Coronado (Madrid, 1957) y parece que lo conozcas de toda la vida, tal es la cordialidad y cercanía que desprende en la conversación este actor de primerísima fila. Coronado se encuentra estos días en Terrassa rodando en el Mas Viver de Torrebonica algunas de las más angustiosas escenas de “Secuestro”, que dirige Mar Targarona.
¿Cómo es su papel en “Secuestro”?
Corto pero intenso. La película tiene guión de Oriol Paulo, con el que ya hice “El cuerpo”, y es una sorpresa contínua. Comienza con el secuestro del hijo de la protagonista. La policia lo rescata pero ella quiere dar un escarmiento al secuestrador, y acude a mí, con quién tuvo una relación hace diez años.Yo trabajo en el puerto, siempre he estado metido en negocios turbios, y ella me viene para que le mande dos matones que le den una paliza a ese hombre y le escarmienten.
¿Es una película de género negro?
Sí. Es un thriller policiaco, puro y duro, que se sustenta en la intriga y el suspense. También hay una parte emotiva tremenda basada en la relación entre la madre y el hijo.
¿Cómo está siendo rodar bajo la dirección de Mar Targarona?
Muy bien, porque te deja trabajar muy a gusto. La película la tiene perfectamente en la cabeza, y ha sabido rodearse de un equipo técnico muy potente. Además tiene la inteligencia suficiente para tener la humildad de escuchar a la gente y, sobre lo que tiene pensado, incorporar y añadir cositas a su trabajo.
¿Con qué criterios elige papeles?
Ante todo, que me interese la historia y me sorprenda, y la de “Secuestro” es brutal. Luego, me importa quién la dirige, y luego me importa mi personaje.
Porqué José Coronado es un actor que puede permitirse escoger.
Sí, y me siento muy afortunado y muy gratificado por ello, y intentando dar lo mejor de mí para que no se acabe la racha. Elegir, en este país, es tremendamente dificil. El noventa por ciento de la profesión está esperando que le ofrezcan cualquier cosa, por eso me siento un poco pudoroso con la suerte que tengo. Durante treinta años he podido vivir dignamente de esto, y en los últimos he trabajado con directores estupendos y en historias estupendas, y la mayor parte de las cosas que me ofrecen son muy interesantes. Lo que más me gusta de mi carrera es el oficio puro y duro.
¿En qué sentido lo dice?
En que me gusta levantarme por la mañana, venir a trabajar y divertirme con mis compañeros, y más que lucirme en una escena, darle la réplica bien a un compañero, hacerle el trabajo fácil al foquista. Ésta es además una profesión que te permite aprender mucho de los personajes. Cuando hice “Goya en Burdeos”, leí mucho sobre la época y incluso cogí un profesor de pintura, y para “Código fuego” estuve con los bomberos. Son cosas que te enriquecen, un valor añadido.
¿Cómo se protege uno de la fama?
No creyéndosela, no dejando que entre en tu cerebro. Además, el término “famoso” se ha desvirtuado tanto en los últimos años que cuando me vienen con ello siempre digo que “famoso no, actor conocido”. Pero es cierto que la fama es uno de los mayores peligros de esta profesión. Realmente te puede trastocar, sobre todo si eres más joven. Para mí simplemente es algo a evitar. Lo que importa es el día a día.
¿Recuerda la época en que salía habitualmente en las portadas de las revistas del corazón?
Sí, me acuerdo, ja, ja. Tendría ahí 30 años, estaba en la flor de la vida, y a quién le amarga un dulce. Y ello no me privaba de esconderme, ni de dejar de vivir mis historias. Al principio me hacía gracia, luego dije bah, pero eso ya pasó, y ya hace veinte años que vivo muy a gusto, sin que nadie me persiga.